La educación sexual en Mendoza, ¿una nueva oportunidad?
El Programa
provincial de Salud reproductiva de Mendoza fue uno de los primeros en surgir
en el país y desde su nacimiento ha tenido altibajos. A lo largo de su
historia, la mayoría de los recursos que se le asignaron fueron destinados a la
asistencia, a través de la provisión de métodos anticonceptivos. La menor
porción siempre fue destinada a la promoción y educación, tomando en muchos
casos el rol de capacitación a docentes que
debía encarar la cartera educativa.
Miles de
profesionales del ámbito de la salud de
toda la provincia (médicos/as, enfermeros/as, trabajadoras sociales,
obstétricas, promotores/as de salud, agentes sanitarios/as) se formaron gracias
a la gestión del programa provincial de salud reproductiva a través de
educadores sexuales, en su mayoría provenientes del CEPAS (Centro de Educación,
Pareja y Asistencia a la Sexualidad). Hoy esta formación se respalda mucho en
el programa Nacional de Salud Reproductiva y Procreación Responsable que brinda
aportes fundamentales, en materia de capacitación para la equidad y en casos de
personas con enfermedades como la infección por VIH.
En lo que a
asistencia se refiere, rara vez el programa ha pasado por importantes carencias
de insumos médicos y poco a poco, las parejas y las mujeres de Mendoza fueron
adaptándose a la idea de que pueden contar con métodos anticonceptivos
gratuitos. Sin embargo, a mi entender
sigue siendo un problema difícil de resolver la existencia de profesionales que,
sin reconocer abiertamente su enemistad con la anticoncepción no natural,
boicotean los esfuerzos de este programa. Blanquear cada vez más esta situación
es un desafío.
El otro
gran desafío es la articulación real y estrecha con las escuelas donde debería
estarse brindando la educación sexual que exige la ley nacional. Como
lamentablemente este último programa en Mendoza, por motivos ideológicos, ha
sido más discursivo que real, hay un gran divorcio ente los centros de salud y
las escuelas. Esta realidad sólo es distinta cuando el esfuerzo y la voluntad
de docentes comprometidos y profesionales de la salud interesados en la
educación, se encuentran y gestan acciones exitosas. Pero estas son
excepciones.
Desde mi
perspectiva, el hecho de que quien fue Viceministra de Educación de la Nación, hoy sea la Directora
General de Escuelas, abre la gran esperanza de que por fin la educación sexual
real y en consonancia con el Programa creado a nivel nacional se concrete
responsablemente en Mendoza. De ser así, el pionero programa de salud
reproductiva tendrá aliados fundamentales en el ámbito educativo y viceversa,
para que cada vez haya menos adolescentes embarazadas, padres abandónicos y una
verdadera salud sexual y reproductiva.