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04 DE NOVIEMBRE DE 2024
Mis amigos no son tan atorrantes como los de Serrat pero tampoco son nada originales.
Les parece bien reírse de lo que nos pasa habitualmente. Y es así que en cada ocasión que se puede, salen a relucir viejas historias, confusiones animadas, pifias eficaces y todo tipo de situaciones anecdóticas que nadie quiere que queden en el olvido, ya que son asuntos en que la risa está a flor de piel. Y está bueno que así sea.
Así, durante las horas en que estamos juntos, las situaciones cotidianas que usualmente nos aquejan se nos van haciendo más posibles, más llevaderas, porque podemos recurrir a la distendida acción de reírnos, de festejarnos las gracias, de acordarnos de momentos vividos juntos, en donde alguno de los conocidos son protagonistas de ridículos o confusiones o actos fallidos o bochornos inauditos.
Pero últimamente hemos dedicado el tiempo a estar atentos a las palabras. Es así que comenzamos a recopilar viejas frases, lugares comunes, por todos reconocidos, dichos escuchados en nuestras casas. Costumbres idiomáticas de padres, abuelos, parientes, conocidos, que se van difundiendo de boca en oreja, de casa en casa, de cuando en vez.
Nuestro amigo José Salomón, al que cariñosamente se lo llama desde chico con el más conmemorativo apodo de “Coco”, inició la serie, al señalar diferentes lugares urbanos de Mendoza, con la reconocida frase: “Antes todo esto era viña”, y otro frecuentador de las juntadas, conocido con el nombre artístico de Osvaldo Chiavazza, le respondió: “Callaaate, ¿en serio?”, y así empezó una carrera incontrolable, sin final, sin pausa, en donde cada miembro del grupo agregó su memorioso aporte y el resto aportaba su risa, su variante, su carcajada, su aprobación o su rechazo.
Sigue la recopilación:
“Andá hasta donde topa y subís...”
“Hace una calor... que te espero en la pileta...”
“Pero no tengo malla, entonces me quedo en lo pandito...”
“Pero el choco no hace nada...”
“¡¡¡Qué piojentos!!!”
“Cómo me va a vender ese repoio entero si yo soy sola”...
“La Nancy está preñada...”
“No te lo puedo creer”.
Y si la cosa se pone cargosa, la violencia está a flor de piel: “Te doy un chirlo...”, dice alguien...
“Y io te doy un mamporro así que tate quieto”...
Pero si alguien sale lastimado, inmediatamente le dicen: “No te lo toqués que es peor”...
Todos conocen estas frases, todos las han escuchado, todos tienen un pariente, un amigo, un vecino que las dice. En algunas cuecas y tonadas se las puede reconocer.
Palabras y frases que ya han trascendido lo tradicional y lo doméstico y han llegado hasta la zona más artística y juvenil del rock. Es así que un reconocido grupo llamado Los Coholins hace una música bastante divertida y con un ritmo inclasificable pero movedizo; tienen un tema muy efectivo para recitales llamado “Mendotronic”. Una síntesis de todo lo dicho.
Otros amigos más allegados al grupo original o simples observadores, también hacían sus aportes: “¿A quién le calienta esa güevada?”, dijo Juan, cuando la decadencia estaba por comenzar y el ingenio flaqueaba, los chistes ya se repetían, las risas no eran tantas, y el cansancio y la distensión pedían un cambio de aire.
Y optamos todos por irnos a comer... algo liviano, algo rico, algo para compartir, algo para tener la excusa de abrir una botella de algún rico vino...
Aunque con tanto lío, al final “lo poco que uno come... es veneno”, dijo alguien, pensando en terminar la cosa.
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