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05 DE NOVIEMBRE DE 2024
En la Legislatura se realizó un coloquio. Los disertantes aseguraron que los cambios deben estar al margen de los intereses partidarios.
Carlos Egües, Aída Kemelmajer y el periodista Luis Ábrego en uno de los paneles. Foto: Axel Lloret.
La Constitución de Mendoza debe ser reformada. Esa fue la idea que primó en el coloquio que se realizó para celebrar el centenario de la Carta Magna, aunque los especialistas aclararon que se deben consensuar los cambios, promover una participación ciudadana genuina y, sobre todo, destacaron la necesidad de que prime el bien común y no las luchas ni los intereses políticos.
La Legislatura fue el ámbito en el que se desarrolló el Coloquio sobre el Centenario de la Constitución de 1916, en el que participaron legisladores, abogados y estudiosos del tema, algunos de los cuales expusieron sobre distintos aspectos de la norma.
La vicegobernadora, Laura Montero, explicó que la idea de realizar el coloquio en la Legislatura se sustentó en la necesidad de que los ciudadanos comprendan en un lenguaje llano no sólo la importancia de la Constitución, sino también las propuestas de reforma.
El encuentro se dividió en tres paneles, en los que expusieron especialistas del derecho. Todos reconocieron el trabajo visionario de los convencionales de 1916, que aprobaron una Constitución que fue pionera en muchos temas en América Latina, como en los relacionados con el cuidado del agua.
Los expositores coincidieron en la necesidad de revisar la Constitución que se aprobó hace cien años, aunque destacaron que todos los intentos de reforma que impulsaron las distintas administraciones desde 1983 siempre estuvieron teñidas de intenciones políticas. En todos esos casos, el tópico recurrente fue la inclusión de la posibilidad de reelección del gobernador.
La Mendoza del 1900
En el primer panel, moderado por el periodista Luis Ábrego, el abogado y estudioso de la Carta Magna Carlos Egües y la exministra de la Suprema Corte, Aída Kemelmajer de Carlucci, hablaron sobre el contexto histórico en que se gestó la Constitución provincial.
Egües pintó una semblanza de la época. Describió a Mendoza como una ciudad chata, de 250 mil habitantes, el 50 % de los cuales era extranjero, la mayoría analfabetos. La provincia, al igual que el país, atravesaba una grave crisis a raíz de la Segunda Guerra Mundial, y a nivel nacional se vivía el tránsito de una oligarquía que gobernó durante años a una república democrática. Fue en ese contexto poco propicio que se discutían temas políticos y especialmente los lineamientos de lo que sería la Constitución de la provincia.
Kemelmajer inició su charla agradeciendo la invitación a Montero. Sus palabras no fueron por mera cortesía, sino que en 1989, en ese mismo ámbito, los legisladores criticaron una sentencia que firmó cuando era ministra de la Suprema Corte, en la que ratificó que para reformar la constitución primero debía ganar el Sí en un referendo popular por el 50 % más uno de los votos efectivamente realizados. Dijo que seguía sosteniendo esa sentencia, porque entiende que una reforma no puede ser impuesta desde arriba.
La especialista en Derecho de Familia reconoció la visión de quienes redactaron la Constitución, porque más allá de los derechos que reconoce, destacaron la necesidad de la eficacia de los mismos, es decir, que se cumplan. Por eso consideró que fueron precursores en la problemática actual, en la que existen muchas leyes incumplidas.
Para la exministra de la Corte es necesaria una reforma de la Constitución, básicamente porque los derechos fundamentales de las personas cambiaron, existen avances. Ejemplificó con que antes era impensado hablar de derechos sexuales y reproductivos, que hoy son esenciales, así como nadie cuestionaba en el 1900 que sólo los varones votaran, algo que no se acepta hoy. Por eso, aseguró que la Constitución a la que aspira es una norma que se cumpla con equidad, con justicia y, sobre todo, con independencia de los gobiernos de turno.
En el siguiente panel, moderado por la periodista Viviana García Sotelo, expusieron sobre Instituciones y Organismos de Control el decano de la Facultad de Derecho, Ismael Farrando, y la abogada Gabriela Ábalos.
El decano de Derecho comparó el contexto actual, “de quiebre y bisagra”, con el que se vivía en 1916 en Mendoza cuando comenzó la decadencia política de Emilio Civit y se inició el ascenso de José Lencinas. Dijo que, al igual que en ese momento, hay “ganas de hacer cosas”.
El decano destacó que la Constitución de Mendoza fue de avanzada, que marcó el rumbo en varios temas en América Latina y por eso destacó la necesidad de seguir el ejemplo de quienes lo redactaron.
La especialista Gabriela Ábalos repasó los textos fundamentales que es necesario leer para debatir una posible reforma de constitucional. Repasó los avances que se concretaron en la materia y aseguró que Mendoza “está en las puertas de dar la mejor constitución” de este siglo, ya que existen antecedentes para sostener esa postura. Dijo que en una posible modificación del texto deberían estar incluídos temas estructurales, como la descentralización territorial.
El último panel, moderado por Fernando Zárraga, abordó la temática de los organismos descentralizados. Los expositores fueron la abogada Isabel Agnelo y el especialista en legislación del agua Miguel Mathus Escorihuela.
Agnelo destacó la visión de los ciudadanos de 1916, que incluyeron a la educación como un tema clave en la Constitución, a través de un capítulo específico. Ahí destacaron los problemas educativos –especialmente en ese contexto era el analfabetismo– y la falta de infraestructura para la enseñanza.
Mathus Escorihuela destacó la importancia que los convencionales constituyentes de 1916 le dieron al agua, como base para el crecimiento de Mendoza. El abogado recalcó que ninguna cláusula de la norma fue una traba para el uso y la preservación del recurso hídrico, por eso aseguró que las reformas necesarias son de leyes reglamentarias de la Constitución y enumeró todas las leyes que, a su criterio, están en contra de la utilización equitativa del agua.
El abogado dijo que no siente que exista un clima reformista de la Constitución, ni en la sociedad ni en la clase política. Pese a esto, consideró conveniente abordar el tratamiento de una reforma, pero sin que primen las luchas políticas y sólo si las modificaciones se ciñen a temas puntuales: representatividad política de los departamentos y limitación de la reelección de los intendentes a dos períodos, y de los legisladores, entre otros.
El abogado ejemplificó de un modo coloquial los cambios que a su entender necesita la carta magna. “Lo digo en términos mecánicos: la Constitución necesita un service, no una rectificación del motor”, aseguró, y recibió el aplauso de los presentes.
A cien años de la puesta en vigencia de la Constitución mendocina, los especialistas celebraron el trabajo visionario de sus redactores y coincidieron en la necesidad de reformarla sólo si se dejan de lado los intereses partidarios y si los ciudadanos tienen una participación real en el proceso.
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