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21 DE NOVIEMBRE DE 2024
Por Laura Abraham, coordinadora del proyecto "Un sol en nuestra cocina", docente de la Facultad de Ciencias Agrarias de la UNCUYO.
En 20 minutos se puede cocinar un huevo frito en una cocina solar (Foto: gentileza Laura Abraham)
#18 - Nuestro futuro es renovable
Laura Abraham, docente de la Facultad de Ciencias Agrarias de la UNCUYO
Publicado el 23 DE ABRIL DE 2017
“Un sol en nuestra cocina” es el nombre de un proyecto que surgió en la Facultad de Ciencias Agrarias de la UNCUYO y que se desarrolló en el contexto de la Séptima Convocatoria de Proyectos de Extensión “Mauricio López”, en el año 2015. La iniciativa consistió en enseñar a alumnos de la Escuela Arturo Jauretche, ubicada en Ugarteche (Luján de Cuyo), a construir hornos solares.
Se buscaba desarrollar un espacio educativo interinstitucional universidad-escuela para compartir el aprendizaje respecto del uso de energías renovables limpias en las actividades cotidianas de las familias. Este aprendizaje trae beneficios en la economía de estas personas y contribuye a disminuir la emisión de gases de efecto invernadero, que provocan el cambio climático y que se producen por la combustión a leña y a gas, algo frecuentemente utilizado en las comunidades rurales.
Nos parecía importante que los alumnos aprendieran la fabricación de un horno solar muy sencillo de armar, ya que desde las aulas hacia la comunidad, los estudiantes serían los promotores del cambio del uso de energías “sucias” a “limpias”, y generarían además la posibilidad de usar la energía del sol, que no tiene costo.
En esta iniciativa participaron aproximadamente 40 estudiantes del último año del secundario (sexto año) de tres divisiones. Se realizaron varios encuentros en el establecimiento educativo, en lo que se trabajaron tres aspectos principales: la concientización sobre el uso de energías renovables, su importancia para la comunidad de Ugarteche y para el cuidado del ambiente; los principios de funcionamiento de un horno solar, y el diseño y la construcción de hornos solares.
Cabe destacar que los alumnos ya conocían las energías renovables, pero no utilizaban la energía solar para cocinar. Cuando se les preguntó a los chicos si cocinaban en casa, algunos respondieron que sí, pero en general eran sus madres las que lo hacían. Además, el 40 % contestó que utilizaba gas natural y el 60 % usaba garrafas para cocinar en sus viviendas.
En los talleres se construyeron cuatro hornos solares hechos de madera pintada de color negro, forrados en el interior con papel aluminio, con un vidrio frontal y una puerta con bisagras en la parte posterior. El último encuentro estuvo destinado a la prueba de los hornos, en la que los estudiantes pudieron cocinar un huevo frito en 20 minutos.
El vínculo con la comunidad se logró a través de los alumnos, que se llevaron los hornos solares para compartir con sus familias. Cada grupo se comprometió a compartir el horno con sus compañeros y familiares.
Como directora del proyecto, creo necesario destacar la participación y compromiso de todo el equipo extensionista: los docentes Verónica Hidalgo y Alejandro Ceresa; los alumnos Julieta D’Amario, Carolina Ferro Mansilla, Micaela Rosas y Rocío Pareja Poquet, y la colaboración de Natalia Grugnaletti y Noel Alcover.
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