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Columna de Política Internacional con Augusto Grilli Fox.
19 DE NOVIEMBRE DE 2024
El exalcalde de Londres y excanciller deberá tomar las riendas del Brexit. Los desafíos que le esperan.
Foto: BBC
El periodista y escritor Boris Johnson es el nuevo primer ministro británico, votado sin elección general por solo 100 000 conservadores. Seguramente será el premier que pasará a la historia como el que menos tiempo estuvo en el poder. Un voto de confianza parlamentario lo amenaza si lleva adelante su proyecto de irse sin acuerdo de la Unión Europea y buscando cerrar el Parlamento, apoyado por al menos 20 diputados conservadores. Su derrota detonaría una elección general, en la que él sería el candidato Tory, y debería frenar el referéndum que proponen los laboristas si ganan. Su amenaza es el Partido del Brexit de Nigel Farage, con quien se podría asociar para no ser derrotado.
El también exministro y exalcalde de Londres será el sucesor de Theresa May al frente del gobierno británico, cargo que asumirá este miércoles.
El problema que enfrentan los británicos es saber cuál Boris llegará a Downing St. ¿El brexitier y populista amigo de Donald Trump; el liberal de centro con corazón conservador, que fue dos veces alcalde de Londres y promovía una amnistía para los inmigrantes, o el que anuncia que se va de la UE sin acuerdo?
Esta incertidumbre se produce porque las convicciones de Boris son “light” como una gaseosa y las cambia sin pagar costos hasta ahora. ”Boris es Boris y trabaja para Boris” según el exsecretario del Brexit, David Davis.
El interrogante es si, tras ser el elegido, va a inclinarse por un Brexit duro para enfrentar una elección general que –si él no gana– puede enviar al partido conservador a la extinción, o negociará con los europeos, extensión para el divorcio incluida.
Como a lo largo de esta batalla de 30 años entre euroescépticos y proeuropeos previa al referéndum que dividió al reino, el Brexit es la tragedia de los conservadores, que ahora se extendió a toda Gran Bretaña y amenaza su propia integridad. Escocia y Gales podrían desmembrarse de Inglaterra e Irlanda del Norte unirse a Irlanda ante el divorcio europeo porque sus sociedades quieren seguir en Europa.
“Boris Johnson podría ser último primer ministro británico”, alertó el ex premier Gordon Brown, escocés y que combate para mantener a Reino Unido en su integralidad.
El nuevo primer ministro británico va a llegar al poder en un país fragmentado como nunca, con un Parlamento que se opone fieramente al No Acuerdo y batallará contra esa posibilidad, en la que el está en minoría, y una opinión pública harta del Brexit y su debate.
Este periodista irreverente, echado del diario The Times cuando inventó una frase de un egiptólogo que no era otro que su padrino, una maraña rubia teñida que avanza, con su maciza anatomía de rugbier, en una bicicleta negra por las calles de Londres y que el país idolatra –más allá de la ideologia– por su desopilante y ridículo sentido del humor, será la máxima autoridad británica y el interlocutor semanal de la reina Isabel, su pariente lejana.
Jamás ocultó su deseo de aterrizar en Downing St, como su admirado Winston Churchill. A esa ambición le reprochan la falta de convicciones para llegar a cualquier costo. Un “pragmatismo” heredado de su abuelo turco Ali Kamel, periodista y político como él, que decidió cambiar su apellido cuando llegó exilado a Gran Bretaña porque era más fácil.
Un ADN multicultural
De él heredaron los Johnson el práctico humor y ese múltiple ADN, en una familia que Boris define como las “Naciones Unidas”. Después del abuelo turco, una abuela francesa de Versalles y otra suiza, llega una madre inglesa y pintora, aristócrata liberal, sangre judía, musulmana, hermanos banqueros, segunda exesposa mitad india sik, cuatro hijos genéticamente multiculturales, cuñada afgana. Habla fluidamente francés, italiano, español, alemán, griego y latín. Todos argumentos que le sirven para defenderse de los que lo acusan de no aceptar la multiculturalidad o ser racista.
Alexander Boris de Pfeffel Johnson nació en Nueva York el 19 de junio de 1964 y renunció a su ciudadanía norteamericana hace tres años para no pagar impuestos en Estados Unidos también. Stanley, su padre, estudiaba economía en la universidad de Columbia. Los crio su madre, que fue internada por depresión, y sus hijos fueron despachados a Ashdown House, un internado. Sin amigos ni familia, los hermanos se volvieron íntimos, diferentes y extremadamente competitivos. Él, Rachel, Leo y Jo, sus hermanos, se comunican entre ellos hablando griego antiguo, que aprendieron en el colegio y que sus cuatro hijos legales ahora hablan fluidamente.
Stanley, su padre, obtuvo un empleo seguro en la Comisión Europea de Bruselas y la familia se mudó en 1973. Los Johnson se educaron en el Colegio Europeo y conocen la capital belga como pocos. Boris regresó a Bruselas como corresponsal del The Daily Telegraph. Sus historias exageradas sobre las regulaciones europeas, su sátira a medidas, regulaciones y transferencia de soberanía nutrieron a los euroescépticos y contribuyeron a su perfil político para liderar la campaña del Brexit.
Aunque su antieuropeísmo público sorprendió a sus amigos, ”Al” –como llaman a este Boris público en su casa– nunca fue antieuropeo. Solo trabajaba de periodista como tal. Una decisión que le hizo comentar al excomisario europeo británico, Chris Patten, que “Boris es uno de los más grandes exponentes del periodismo falso”.
David Cameron, el líder conservador y su compañero en el aristocrático colegio de Eton y en la universidad de Oxford, adonde llegó gracias a una beca, apostó a su candidatura como alcalde de Londres cuando el partido se azoraba ante su imprevisibilidad, su colorida y polígama vida amorosa y sus provocadoras columnas en The Daily Telegraph, tan poco políticamente correctas. Boris estudió historia clásica en el Balliol College de la Universidad de Oxford: Virgilio, Aristóteles y Pericles son sus mejores amigos. Para ser alcalde renunció a su banca de diputados, que recuperó tras haber sido reelecto alcalde de Londres.
Su popularidad fue conseguida no solo como alcalde sino como invitado de “I got news for you”, uno de los programas más vistos de la televisión británica. Ian Hislop, que lo lidera, lo describió: ”El es nuestro Berlusconi. Todos los demás políticos están ocupados siendo responsables”.
Su rol como canciller británico bajo el gobierno de Theresa May fue catastrófico y renunció por el acuerdo del Brexit que ella consiguió y nadie aprobó., pero su apoyo al Brexit y la admiración de Donald Trump han puesto en duda cualquier rasgo de moderación. The Economist, la revista británica, lo considera “uno de los arquitectos de la catástrofe del Brexit”.
Con un escándalo semanal en su carrera para ser primer ministro, los más ocupados son los responsables de proteger a Boris del propio Boris, un hombre que no conoce los detalles. El kipper o pescado ahumado, que exhibió en su último encuentro con sus votantes, es el mejor ejemplo de su modelo y de lo que escribía en Bruselas como corresponsal. Contó que había sido enviado por un productor de la Isla de Man, agobiado por las regulaciones europeas porque debía colocar hielo para enviarlo a sus compradores por correo. La gente aplaudía encantada. El “Boris show” funcionaba hasta que la Unión Europea intervino y anunció que esas eran las regulaciones británicas y no europeas. La isla no era parte de su territorio.
A Downing St llegará solo y, según sus propias palabras, no sabe si vivirá allí. Si lo acompañará Carrie Symonds, su último affaire, que lo echó de su casa del sur de Londres –los vecinos grabaron la disputa y fue publicada en The Guardian–, es otra de las incógnitas, al igual que su cantidad de hijos.
Desde el miércoles 24 de julio, Gran Bretaña será gobernada por el más excéntrico e irresponsable político de su larga historia. Todos ignoran cómo lo hará. Para Boris, los detalles son absolutamente innecesarios.
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