El pasado domingo 27 de noviembre, la sala mayor de los mendocinos estuvo vestida de rock, con estética de cómic, que fue la elegida para engalanar la novena edición de los Premios Zero, que entrega una de las publicaciones sobre rock y cultura local de mayor continuidad en Mendoza - Revista Zero - . La identidad gráfica y la coherencia a nivel concepto fue un gran aliado para este evento. Seguido por los logros de la organización, se puede decir que los tiempos fueron bastante bien administrados y amenizados.

En la tarea  de entretener y conducir la velada de premiación, tenemos que destacar a Rodrigo Casavalle, quien se lució con sus mini stand ups de súper héroes "cuyanos" y más cotidianos, haciendo estallar la carcajada de todo el público presente.

Las bandas que sonaron en vivo fueron también hitos que marcaron la categorización de los rubros a presentar y que resultaron ser una muy buena selección. La presentación de Las Ex no sólo fue de las más aplaudidas, sino también como la venganza poética de las chicas (porque esta vez no las interrumpieron).

Capítulo aparte merecen los videos que presentaron a las nominaciones de cada categoría: algunos muy bien logrados, con un gigante el esfuerzo de producción, bien por la iniciativa, y una vez más la coherencia de la entrega de premios como un todo significante.

Entre los artistas premiados, encontramos a viejos conocidos, algunas sorpresas, como fue el caso de Pasado Verde - que recibió el premio a banda del año - y muchas bandas que están en la escena y que a veces quedan ocultas. Por eso, el reconocimiento que da Revista Zero, más allá de los premios, es una buena propuesta para seguir conociendo mendocinos que le ponen el pecho a la música y al “hacer música” en un entorno que no les es del todo favorable.

Todos los participantes, bandas, presentadores, hacedores culturales, periodistas y público presente aplaudieron con respeto cada una de las premiaciones. Pero los aplausos en general se escucharon más cuando TODOS RECLAMARON LO MISMO: QUE DEJEN DE CERRAR LUGARES PARA TOCAR, que no se apaguen las voces, las luces ni se eliminen los escenarios. Y es así cuando llegamos a la reflexión final, si somos tantos los que nos ocupamos, nos preocupamos por poner en valor el trabajo, el esfuerzo de tantos, tantísimos artistas locales, ¿qué pasa con aquellos que son los que no sólo deberían darle los espacios, sino también impulsar estas actividades culturales, sin las cuales nuestra provincia no tendría vida?. Ojalá que abran los ojos y se den cuenta que no hay que ir muy lejos para encontrar la olla de oro al final del arcoiris.