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19 DE DICIEMBRE DE 2024
El autor es Coordinador Residente de Naciones Unidas en Argentina.
René Mauricio Valdés
Publicado el 27 DE SEPTIEMBRE DE 2015
La temperatura promedio global ha subido 0.85 grados desde la era preindustrial. Aunque este número parezca insignificante, la comunidad científica ha advertido que si las emisiones de gases de efecto invernadero (GEI) siguen aumentando, se sobrepasará el umbral de dos grados de incremento de temperatura.
Superada esta barrera, el calentamiento global se vuelve catastrófico e irreversible. La extinción de especies, las inundaciones, la escasez de agua, el incremento del nivel del mar y las condiciones climáticas extremas son algunas de sus consecuencias. Si continúa la tendencia de emisiones de GEI actuales, probablemente se superará el umbral de los dos grados para 2025.
Hoy la comunidad internacional se encuentra ante la oportunidad histórica de poner un freno al cambio climático, mediante un esfuerzo de reducción de emisiones globalmente acordado en la Conferencia de Naciones Unidas sobre Cambio Climático en París, en diciembre de este año. Sin embargo, este no es el primer intento de abordar este problema. Recordemos las dificultades que tuvo la negociación en torno al Protocolo de Kioto para lograr el compromiso de los más grandes emisores. Cabe entonces preguntarse, ¿en qué difiere el esfuerzo de París?
En primer lugar, el acuerdo de París propone un enfoque basado en “Contribuciones Previstas y Determinadas a Nivel Nacional” (INDC, por sus siglas en inglés), que plantean las acciones que cada país, de acuerdo con sus circunstancias nacionales, se compromete a tomar para contribuir con el objetivo de no sobrepasar el umbral de los dos grados. Pero además, hoy la comunidad internacional ha tomado mayor conciencia de la gravedad y urgencia del cambio climático. Los reclamos de la opinión pública y el llamado del Papa a través de su encíclica Laudato Si han estimulado a los gobiernos a prestar una mayor atención a este problema. Es alentador que las grandes potencias como Estados Unidos, China, Rusia y Japón, entre otras, hayan manifestado compromisos firmes para la reducción de sus emisiones en sus INDC.
Finalmente, en este nuevo acuerdo no se diferenciará a los países desarrollados, enumerados en el "Anexo 1" del Protocolo de Kioto, y los países en desarrollo. Hoy existe consenso en que el logro del objetivo está supeditado al esfuerzo de todos los países, habida cuenta del principio de responsabilidades comunes pero diferenciadas, que sostiene que son los mayores emisores históricos los que deben liderar los esfuerzos de reducción. Sin embargo, en el escenario actual, las economías emergentes como China, México e India juegan un rol clave y también están llamadas a contribuir significativamente a los esfuerzos globales.
No debemos olvidar que somos la generación que tiene la oportunidad histórica de poner un freno al cambio climático antes de que sus consecuencias sean irreversibles. El logro de un acuerdo eficaz y jurídicamente vinculante en París constituirá el paso definitivo para alcanzar este objetivo.
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