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31 DE OCTUBRE DE 2024
Reflexiones epistemológicas de un grupo de estudiantes del Curso-Taller de Epistemología y Metodología de la Investigación Científica del Doctorado en Ciencias Biológicas (Probiol) de la UNCUYO.
Imagen ilustrativa: archivo Unidiversidad.
Este bloque especial de ciencia está coordinado por Natalia Fischetti (Incihusa-Conicet) y Natalia Schroeder (Iadiza-Conicet). Surge del Curso-Taller Epistemología y Metodología de la Investigación Científica del Doctorado en Ciencias Biológicas (Probiol) de la UNCUYO y busca divulgar las reflexiones epistemológicas de las y los estudiantes acerca de sus investigaciones científicas.
Invasiones biológicas y la guerra contra la biodiversidad: el caso del conejo europeo
“Hoy vivimos en un mundo muy explosivo y, aunque no sabemos dónde ni cuándo será la próxima explosión, podríamos esperar encontrar formas de acabar con ella o, en cualquier caso, amortiguar su fuerza. No se trata sólo de las bombas nucleares y las guerras que nos amenazan […], hay otros tipos de explosiones, las explosiones ecológicas”. Así comienza Charles Elton su libro The Ecology of Invasions by Animals and Plants (1958), donde sienta las bases de la disciplina y advierte acerca de los impactos de las invasiones biológicas sobre los sistemas ecológicos.
Pero este ecólogo británico hizo más que eso… Logró, con mucho éxito, introducir una novedad semántica e inauguró un nuevo hecho mediante la utilización de concepciones de matiz bélico, y hasta cierto punto catastrofistas, las que terminaron por permear hasta nuestros días.
Elton utilizó intencionalmente metáforas militares y afirmaciones exageradas de daños inminentes para ayudar a transmitir el mensaje de que las especies invasoras son los enemigos de la naturaleza y el ser humano. Desde esta perspectiva, numerosos ecólogos hasta hoy preconcebimos a las invasiones biológicas como sucesos intrínsecamente negativos y perjudiciales sin tomarnos un momento para reflexionar sobre el verdadero significado de nuestras expresiones y el alcance que presentan.
Una invasión biológica mediada por el ser humano se inicia cuando individuos de una especie son transportados fuera de su área de distribución natural (especie exótica), algunas de estas se introducen a un nuevo ambiente (especies introducidas) y son capaces de sobrevivir y reproducirse sin intervención humana directa (especies establecidas). Finalmente, algunas también logran expandirse y colonizar nuevas áreas (especies invasoras).
Las invasiones biológicas son un fenómeno mundial con graves consecuencias para los sistemas ecológicos, económicos y sociales. Entre los impactos a nivel ecológico se encuentran la extinción de especies nativas, la aceleración de los regímenes de disturbio, la erosión del suelo, la destrucción del hábitat y la alteración de la diversidad genética, entre otros. De esta manera, se considera que las invasiones biológicas constituyen una de las mayores amenazas de pérdida de la biodiversidad.
¿Explosión ecológica o insensatez humana?
Ahora bien, una especie exótica es introducida por el ser humano de manera involuntaria o de manera intencional para distintos fines, como peletería, caza, alimento, ornamentación, recreación y mascotismo, entre otros. El número y la tasa en que diferentes especies son introducidas desde una región a otra, así como las regiones y distancias geográficas involucradas, constituyen combinaciones de hechos sin precedentes en la historia de la biota terrestre.
Por ejemplo, en 500 años (desde la colonización europea), en Sudamérica se ha facilitado el arribo de una flora y fauna procedentes de regiones tan distantes como Europa, Asia, África y Australia, situación que no hubiese ocurrido de no mediar la asistencia humana. Así, un pequeño conjunto de organismos, incluyendo especies ligadas a la actividad del ser humano, como ratas, conejos o pinos, se establecen en los sitios donde son introducidas, reemplazan a otras que estaban limitadas a ese lugar y generan un empobrecimiento biológico.
Introducción del conejo europeo en Australia en el siglo XIX. Sin depredadores naturales, con una alta tasa reproductiva y un ambiente propicio, los conejos se convirtieron en una especie invasora y alcanzaron, para 1920, unos 10 000 millones de individuos. Las autoridades australianas levantaron una valla de 1700 kilómetros para impedir el paso de los conejos a la parte occidental de la isla. No sirvió. En los últimos años se ha conseguido controlar la invasión mediante armas biológicas. Foto provista por la autora.
Queda claro que el ser humano está involucrado en todo el proceso de invasión, ya que facilita las introducciones, es destinatario de gran parte de los problemas ocasionados y responsable de decidir e implementar acciones para su manejo. A la diversidad de los procesos biológicos en cada invasión se suma la gran diversidad de percepciones, opiniones y actitudes de distintos sectores de la sociedad, vinculados en mayor o menor medida con aspectos comunicacionales, de opinión pública, cosmovisión individual, investigación y gestión.
La información sobre cuáles son las especies exóticas invasoras, los problemas que causan y los métodos posibles de manejo suele ser insuficiente o inadecuada. De esta manera, muchos de los investigadores e investigadoras que nos dedicamos a indagar sobre las invasiones biológicas nos planteamos si estamos haciendo las preguntas correctas, teniendo en cuenta la complejidad del fenómeno e involucrando un marco que nos permita un enfoque más sistémico.
Fenómeno sociológico
Muchas especies introducidas son valoradas y explotadas para actividades turísticas, cinegéticas y/o productivas, lo que determina que no se priorice su manejo o que se lo oriente a incrementar su abundancia. Las especies exóticas invasoras tienen en muchos casos un valor para la sociedad que predomina sobre cualquier impacto asociado a estas especies.
Por ejemplo, el conejo europeo fue introducido en Chile central con propósitos comerciales; su crianza en conejeras conllevó a su escape hacia ambientes naturales, lo que expandió su distribución e invasión del territorio argentino. Actualmente, el conejo se encuentra en un proceso activo de expansión geográfica en el sudoeste de Mendoza. Sin embargo, la sociedad aún no lo percibe como especie problema y hasta en muchos casos la considera atractiva (especie carismática).
De esta manera, el conocimiento que la sociedad tiene sobre sus ecosistemas nativos influye en el reconocimiento de los valores que se están perdiendo debido al impacto de las invasiones biológicas. No se pretende “declararles la guerra” a las especies invasoras, sino reflexionar sobre nuestras acciones y los tipos de relaciones que queremos fomentar con la naturaleza.
Este proceso de reflexión es una invitación a involucrarnos en acciones tendientes a generar conciencia para evitar nuevas introducciones y participar en el manejo ambiental actual, ayudando a conservar nuestros ecosistemas y sus especies nativas. El mayor desafío ahora lo presentan la integración de las perspectivas ecológicas y técnicas con las consideraciones socio-económicas y las diversas percepciones de los diferentes grupos sociales sobre cada proceso de invasión en particular.
Autora: S. Yasmin Bobadilla.
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