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04 DE NOVIEMBRE DE 2024
Aseguran que no han tenido problemas graves y que incluso, gracias a jugar, han ampliado sus círculos sociales y tienen proyectos de vivir de esto.
Foto publicada en lifeandstyle.mx
Dicen que no es para tanto, que nadie usa los auriculares a un volumen tan alto como para quedarse sordo o está tanto tiempo frente a la pantalla sin pestañear hasta que los ojos les queden secos como un cartón. Afirman, también, que después pueden dormir bien y que los efectos de una noche de boliche y alcohol son peores que los de cualquier lan party. Los jugadores online aseguran, incluso, que hasta pueden vivir como profesionales si se lo proponen.
Lejos de cualquier advertencia médica que pueda sonar tremendista y de tener sus vidas trastocadas por pasar horas sumergidos frente a la pantalla, los gamers defienden la actividad y explican cómo se cuidan, cómo se manejan y cómo hacen para sacarle el jugo a las horas en las que el cerebro está más activo.
Santiago Moreno (22), que estudia desarrollo de videojuegos y es parte de la Asociación Mendocina de Deportes Electrónicos (AMDE), cuenta que las lan parties no son algo que sea tan frecuente y que suceden cada dos o tres meses. “Te juntás desde las 10 de la noche hasta las 5 o 6 de la mañana y hay cansancio, pero nunca estás esa cantidad de horas de corrido; charlás, comés algo. Nunca me he sentido demasiado mal, te empezás a sentir cansado pero no estás destruido, terminás más roto si vas a bailar”, explica.
Maratón gaming: la vida trastocada por el "vicio" online
Pasarse horas frente a la computadora o el televisor jugando sin parar puede afectar la salud tanto a nivel emocional como físico. Límites y controles para los más chicos.
Afirma que los más chicos tampoco son máquinas que se ponen en la computadora y no salen de ahí. “Si hay alguien que hace eso, tiene algún otro problema”, agrega. Desde la Asociación les recomiendan a los adolescentes que tengan buena postura a la hora de sentarse a jugar, que no usen los auriculares a volúmenes altos y cuiden la vista. “He conocido gente que ha pasado mucho tiempo jugando. Yo me pasé dos semanas estudiando porque tenía que dar cuatro exámenes y en ese tiempo no toqué la computadora, después pasé 12 horas jugando, me lo regalé como un premio”, cuenta.
Andrés Álvarez (25), que trabaja en una empresa de software y entrena equipos de deportes electrónicos, cuenta que el extremo de la falta de sueño existe. “Yo, como jugador, intento cuidarme lo más posible. Hay días en los que te excedés un poco y hay que descansar más. No me gusta llegar a un punto en el que no estoy cómodo o no estoy a un potencial al que quiero estar”, comenta.
“Si te vas a acostar apenas terminás la partida, no vas a dormir. Si estás jugando a algo en lo que no participás, como una película, quizás te cueste menos dormirte”, cuenta Santiago, que juega unas cuatro horas por día al League of Legends.
Lidiar con la frustración de haber perdido después de tantas horas de juego podría generar una irritabilidad o mal humor para cualquier otra persona, pero estos chicos se lo toman bien. “Como entrenador, siempre tenía que ver el tema de qué es la derrota y lo tomábamos como el momento óptimo para mejorar,. Lo mejor de una falla es reconocerla y trabajarla después de eso, es el momento en el que más motivado hay que estar, no debe ser vista con un fracaso. Nunca es el fin del mundo, es el principio de uno nuevo”, afirma el entrenador.
Exigencia profesional
Volverse profesional, un Messi de los videos, es una posibilidad real para los gamers. Andrés, que entrena equipos, cuenta que a ese nivel sí hay mayores exigencias. “Lo normal es jugar de 3 a 4 horas por día, los profesionales hacen 8 por día y hacerlo todos los días puede llegar a fatigar como cualquier empleo”, explica. “Con mis jugadores me pasaba que teníamos que entrenar un día, habían estado jugando toda la noche y entraban a jugar ya cansados. No es bueno para el equipo que alguien no esté al máximo nivel y que no se cuide a sí mismo”, comenta.
Recuerda que tuvo el caso de un jugador de sus equipos que había empezado a descuidar su vida personal, los estudios, por jugar de más. “Era un tema que descuidaba los dos lados: por querer mejorar ciegamente, descuidaba el tiempo de otras cosas, y por la frustración misma no se concentraba del todo. De ahí también lo importante de la eficiencia del tiempo, de ser eficiente en el menor tiempo posible. Le afectaba incluso en la relación con su familia. Lo aconsejamos; la idea era que él pudiera hablar, negociar, hacerle saber a su mamá qué quiere y dedicar eficientemente las horas que pueda dedicar y que sean productivas”, cuenta.
Más beneficios que perjuicios
Los chicos de AMDE aseguran, a diferencia de las advertencias de los médicos, que los deportes electrónicos les han dado más beneficios que perjuicios en sus vidas. “Empecé a jugar desde chico en la computadora que tenía mi papá y comencé a conocer mucha gente por internet, gente con la que hablábamos todos los días. En Mendoza nos juntamos con los que terminaron siendo mis mejores amigos, conocí a mi expareja, hemos creado proyectos sociales, he aprendido tácticas de estudio, me metí en un grupo social en el que encontré a chicos de realidades diferentes y jugábamos con una misma pasión”, comenta Santiago sobre su experiencia.
Andrés estuvo a punto de volverse jugador profesional y, aunque no llegó a serlo, todavía persigue ese proyecto de vida. “Me gustaría poder enfocarme un poco más en mi carrera profesional y sigo pensando en formar una carrera de esto. Me gustaría que fuera un modo de vida, aunque ahora no sea una idea tan tangible”, explica el entrenador.
“Mi consejo no sería solo para la gente que juega sino para cualquiera que quiera dedicarle tiempo a una actividad en la que se quiera desarrollar: nunca son buenos los excesos porque se pierde la conciencia y el máximo nivel posible, luego de eso se pierde el nivel de atención. Los juegos son otra actividad de desarrollo personal en la que la gente debe tener cuidado igual que en cualquier otra”, agrega Andrés.
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