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20 DE DICIEMBRE DE 2024
Es una de las conclusiones de una investigación que realizó un grupo de profesionales de la UNCUYO. La división sexual del trabajo sigue presente en las casas. Advierten cambios en las nuevas generaciones.
Ayudar a los niños y niñas en los deberes, una de las tareas de cuidado incluidas en la encuesta. Foto: elconfidencial.com.
La carga de las tareas domésticas y de cuidado sigue en manos de las mujeres, que en Mendoza dedican más del doble de tiempo que los varones a estas actividades no remuneradas. Esta es una de las conclusiones de una investigación realizada por profesionales de la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales,de la UNCUYO.
El estudio, denominado El trabajo invisible de cuidados: división de tareas y asunción de responsabilidades, fue financiado por la Secretaría de Investigación, Internacionales y Posgrado de la Universidad.
La investigación puso el foco en la discusión respecto de la ampliación del concepto de trabajo, la incorporación de las tareas reproductivas como una modalidad laboral y el avance en su visibilización. Para esto, las profesionales trabajaron con integrantes de hogares de Fray Luis Beltrán y San Roque, dos distritos de Maipú, asentados en una zona urbano-rural.
La directora del trabajo, Graciela Burgardt, explicó que, si bien se visualizó un cambio generacional, es decir que los jóvenes comparten más las tareas hogareñas, la responsabilidad primordial, no solo de la realización sino de la administración de las actividades, sigue siendo de las mujeres.
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Doble tarea, doble carga
Las profesionales trabajaron con los datos de la Encuesta Anual de Hogares Urbanos (2013), la de Condiciones de Vida (2016) y de los censos nacionales de 2001 y 2010, además de producir información propia a través de encuestas sobre las tareas no remuneradas que realizan integrantes de hogares maipucinos, que se diseñaron siguiendo las pautas de una clasificación creada por la Cepal. A esto, sumaron los grupos de discusión y entrevistas a los miembros de las familias.
El análisis de la información estadística, sumado a las opiniones y experiencias de los integrantes de los hogares, permitió captar un conjunto de indicadores que mostraron la persistencia de la división sexual del trabajo en los hogares.
Algunas de las preguntas incluidas en la encuesta fueron: si realizó tareas de cuidado, de limpieza o de planchado; si dio de comer, jugó o conversó con los niños y niñas; si los llevó al médico, si los ayudó en las tareas, además de si participó en tareas comunitarias, como concretar gestiones para obtener algún servicio. Si se tiene en cuenta la totalidad de los ítems consultados, la tasa de participación femenina más que duplica a la masculina (el 77 % frente al 31%).
La cadena del cuidado
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Los datos también permitieron determinar que, mientras en el país la tasa de actividades domésticas no remuneradas para las mujeres es del 88,9 % y el tiempo diario dedicado a ellas es de 6,4 horas, los índices son superiores en Mendoza. Aquí se observó que el 90,9 % realizó actividades domésticas no remuneradas y que destinó a estas 7,4 horas diarias, más del doble del tiempo que les dedican los varones.
La investigación mostró que el balance entre trabajo y familia está en desequilibrio en la sociedad y que persiste un mercado laboral segmentado, en que las mujeres siguen siendo consideradas trabajadoras secundarias o complementarias. También continúa vigente la gran consideración de las labores productivas frente al desmerecimiento de las actividades relacionas con lo doméstico y de cuidado.
Otro aspecto que resaltaron las investigadoras es que las mujeres con menos recursos económicos aceptan realizar trabajos generalmente informales, que les permitan conciliar sus múltiples obligaciones domésticas y extradomésticas. Esto, porque además es el grupo que tiene una mayor carga total de trabajo, teniendo en cuenta que no puede contratar a otra persona para que realice las tareas domésticas.
La encuesta mostró que las mujeres que conjugan las tareas domésticas con el empleo remunerado acarrean sentimientos de culpa, ya que les parece que siempre están en falta respecto de lo que debieran ser o hacer, tanto respecto a sus hijos o hijas como al tiempo que le brindan al trabajo remunerado.
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