La Universidad desconocida
Se celebran en 2013 los 40 años de la reforma universitaria en la UNCuyo. Se trató de uno de los más sólidos proyectos del continente, un giro revolucionario en lo pedagógico, en lo ideológico y en la relación entre educación y sociedad, interrumpido por el establishment a través de la dictadura cívico-militar. La reconstrucción histórica que mana de la memoria sobre el terror alumbra otros ámbitos universitarios concomitantes con el cambio, la posición respecto a lo pedagógico y la lucha política. La represión y clausuras de las Escuelas de Comunicación Colectiva y de Servicio Social y de la Facultad de Antropología Escolar.
Archivo Diario Mendoza
Pensar cambia
Los últimos días de diciembre de 1971, el filósofo y profesor Arturo Andrés Roig escribió: “La futura reforma de la Universidad se trata de una toma de conciencia, de una autovaloración y de una autocrítica. La exigencia de nacionalización de la investigación y de la enseñanza como movimiento, ha llevado a convertir a la Universidad en un poderoso y hasta temido factor de cambio social que desborda las normas e instituciones tradicionales, negadas por la radicalización juvenil. La clase media concientizada se niega a ser la única con acceso a las aulas, pide la apertura real y no meramente legal para el hijo del proletariado. Y exige reformas económicas para una Universidad que sigue siendo aún, por razones de su estructura, de origen clasista y discriminatorio. Se trata de una reforma mucho más profunda. Por eso mismo más dolorosa. Los reclamos no se dirigen como en 1918 contra una universidad pobre a nivel intelectual, sino en cuanto a una universidad ya desarrollada en cuanto a lo técnico y científico, pero que sigue cerrada aún, como aquella lo fue para su época”.
El artículo fue recopilado en el libro La Universidad hacia la Democracia, recogido y reinterpretado el 13 de junio durante una charla debate brindada al público y la audiencia del Centro Cultural y Político de Radio Nacional Mendoza, con motivo de los 40 años de la Reforma Universitaria. Martín Aveiro, profesor e investigador sobre los procesos de cambios en la Universidad, fue uno de los expositores. Hizo especial énfasis en el carácter sistemático y de violenta reacción simbólica, institucional y manifiesta que sufrieron cientos de estudiantes, profesoras y profesores. En particular, la ponencia El Nivel Superior de Mendoza. Entre los autoritarismos y las ansias de liberación y los trabajos de Corina Calabresi, psicóloga e historiadora de la carrera de Psicología en Mendoza constituyen fuentes documentales de esta serie de notas. Notas enfocadas en lo que el mismo Roig reiteradamente definió como “proceso de concientización general” y en las reivindicaciones que esa politización logró visibilizar y, por épocas, cristalizar y lanzar al futuro, aun a pesar de la fuertísima represión que el Estado genocida aplicó sobre toda una generación, sus referentes, sus escuelas y universidades.
La realidad política y social de inicios de los 70 abarcó y dio cuerpo a debates fundamentales con respecto a la educación superior. Se discutían las tensiones, la militancia estudiantil, el compromiso y el valor de quienes pensaban y movilizaban los cambios. Según Aveiro: “La búsqueda de transformación en los modos de pensar y en las estructuras de las instituciones educativas, a partir de la presidencia de Cámpora y la gobernación de Alberto Martínez Baca, tuvo manifestaciones en todos los niveles. En la UNCuyo, con el Rectorado de Roberto Carretero y bajo la iniciativa desde la Secretaría Académica de Arturo Andrés Roig, se gestó un proyecto para eliminar la cátedra como centro de la enseñanza y el aprendizaje, y reemplazarla por unidades pedagógicas con la finalidad de democratizar los estudios universitarios”.
Desde ese momento se puso en marcha lo que se llamó una “universidad pluralista, la unidad en la diversidad”. Carretero, Roig y Carlos Onofre Segovia (profesor de literatura, “maestro argentino”, decano de Filosofía y Letras) llevaron adelante una reforma integrada desde el Departamento de Filosofía Pluralista. El enfoque de Enrique Dussel desde la Filosofía de la Liberación dio el marco. También impulsaban cambios el decano de Ciencia Políticas, Emilio Tenti y, desde la Universidad Nacional de San Luis, el rector Mauricio López. El nuevo escenario estaba planteado antes de la ley 20654 de 1974, “última ley universitaria del peronismo de la época, que pretendió una relación educativa dinámica dentro de una comunidad educativa organizada”. Contenía las propuestas de Darcy Ribeiro en Para una Universidad nueva y la Pedagogía del oprimido de Paulo Freire, en contraposición al lugar establecido de la verdad que ponía al alumno en una situación de sumisión. El debate era abierto entre profesorado y estudiantes. Fueron las y los estudiantes quienes, por ejemplo, tras una toma de Filosofía, lograron validar a Onofre Segovia como decano. Se cambió la cátedra por unidades académicas, similares a las del proyecto previo en la UNSL. Se quiso democratizar las relaciones pedagógicas vinculando docencia, investigación y servicio.
Tras la muerte de Perón en 1974, “la persecución física, seguida en muchos casos de muerte, comandada por el ministro de Bienestar Social José López Rega, fue complementada con la restricción ideológica a cargo del ministro de Educación Oscar Ivanissevich. En Mendoza le iniciaron juicio político a Martínez Baca, suspendido en sus funciones hasta que se declarase su inocencia o culpabilidad, cuestión que nunca ocurrió. Carretero tuvo que renunciar y ocupó su lugar Otto Burgos, quien mantenía reuniones con Julio César Santuccione (jefe de la Policía Provincial) y el jefe de la Unidad Regional I, inspector general Raúl Alberto Ruiz Soppe. Por consiguiente, todos los proyectos alternativos para la educación mendocina quedaron relegados por el estado de represión que presagiaba un final catastrófico”. Fueron derogadas todas las reformas. Para 1975, las cesantías eran masivas y las persecuciones, cotidianas; se impusieron el silencio y la mediocridad. Onofre Segovia renunció en enero. El profesor Carlos Bazán, Roig y Dussel padecieron el exilio; Carretero, el suicido. Mauricio López permanece desaparecido desde principios de 1977, tras “ser pasado” por centros clandestinos como Campo Las Lajas.
El investigador concluye: “Se retrocedió a figuras primitivas y retardatarias, que tenían dos finalidades: restablecer el poder al establishment económico y orientar la cultura hacia su tradición ´occidental y cristiana´, ´propia de la nacionalidad´. Razón por la cual no es casual la creación de institutos de carácter privado y algunos confesionales: Instituto de Formación Docente Santa María Goretti (1976), Instituto Nuestra Señora del Rosario de Pompeya (1978), Instituto Rodeo del Medio (1979) e Instituto Maipú de Educación Integral (1981)”.
Cartas que hallan
Es
difícil conseguir imágenes de la época, fotos que excedan la ´crónica policial´
y muestren las caras de chicas y chicos, hombres y mujeres, con libros en una
barriada o en grupos en la facultad, soñando. No hay registros de dónde, cómo
fueron los edificios, las aulas en las que con cuerpo y alma cursaron,
militaron, dieron curso. Tal vez todas las imágenes fueron secuestradas, como
los ladrillos, hasta las ruinas. No los sueños, vivos de desaparecidos,
desaparecidas y sobrevivientes, por el valor imprescindible del testimonio.
“Cuando la memoria juega a las escondidas con el olvido”, encabeza una carta el pulso de Jaime Berman, ex alumno de Filosofía y Letras exiliado en Israel. Está dirigida a Martín Aveiro, “por esa reivindicación del proceso de cambio en la Facultad”: “(…) Aparecen las imágenes de la humillación. Imágenes guardadas tras las puertas del olvido. A cinco días del invierno de 1976, ese 16 de junio amaneció gris, frío y lluvioso. Viajamos con Fanny, como todos los días, yo a Filosofía, ella a su trabajo en Extensión Universitaria. Ni bien el ómnibus pasó la entrada al campus, subieron dos soldados armados con ametralladoras y pidieron documentos. Al ver mi DNI el soldado apuntó su arma a mi cabeza para que bajara, diciendo en voz alta que estaba sancionado y no podría volver a la Universidad. Alcancé a ver en su lista los nombres de Danilo Albero y de la ´Negra´ Armendáriz. Mi esposa preguntó si estaba en el listado y le dijeron que no, que podía seguir. Ella decidió bajarse. Antes utilicé la palabra humillación. Ahora reconstruyo que aquello me parece insuficiente y no encuentro otra”.
“Comenzaron las persecuciones: donde entraba a trabajar surgían problemas. Trabajaba como periodista y locutor en Radio Libertador. Una mañana fui llamado al despacho del director, entonces suboficial de la Fuerza Aérea. Comenzó diciendo que yo era un excelente periodista y que estaba satisfecho de mi trabajo pero que había recibido órdenes de expulsarme porque aparecía en una lista negra de la Universidad. Él quería dejarme, pero me ponía una condición: debía convertirme al catolicismo. Recuerdo que miré consternado un gran crucifijo que estaba a sus espaldas y pensé que aquello era la Inquisición. Por supuesto, fui expulsado. Luego vino lo de la escuela privada y Nallim (Carlos, ministro de Educación, que quiso cesantear a Fanny) y otras experiencias negras”.
La materia
historia
Hubo en
Mendoza facultades conocidas como "provinciales", pues si bien en lo
administrativo sus títulos tenían validez nacional, eran gestionadas por la
Dirección General de Escuelas. También hubo ´Escuelas Superiores´ de grado
universitario, en contacto con la UNCuyo pero de dificultosa inserción en la
práctica profesional establecida. En 1961, por iniciativa de un grupo del
Círculo de Periodistas comenzó a funcionar la Escuela de Periodismo, que luego
cambiaría de nombre. También serían creadas las Escuelas de Servicio Social y
de Turismo. En 1963 es el turno de la Facultad de Antropología Escolar con sus
tres ramas: Pedagogía, Educación Diferencial y Psicología, constituyendo esta
la única experiencia académica estatal en ese campo, tras su cierre en 1977.
Según Corina Calabresi, “aun cuando la institución creada no constituyera en
sentido estricto una Universidad Provincial, su carácter, la autorización para
establecer carreras de grado y el nombre de ´facultad´ que se le otorgaba
dejaba clara la pretensión universitaria que las animaba”.
A mitad de camino entre las contradicciones de la apertura desarrollista y las cerrazones de la dependencia, entre la democracia condicionada y la militancia estudiantil y partidaria, la efervescencia intelectual y participante en este nivel terciario se vivía, hacia 1973, con la primavera democrática y consecuente tras reivindicaciones colectivas. Las conjugaciones teóricas, políticas y pedagógicas de Ribeiro, Freire, Dussel y Roig fueron potenciadas por las luchas estudiantiles, más las direcciones de maestros como Daniel Prieto Castillo y Marité Carrer de Tarico al frente de la Escuela de Comunicación Colectiva y la Facultad de Antropología Escolar, respectivamente.
Dice Calabresi: “En octubre de 1973 un nuevo cambio de proyecto tiene como promotores a este grupo de estudiantes y profesores junto con el gobierno provincial. Se proponían traspasar Psicología y las otras carreras de la Facultad a la UNCuyo. El proyecto no se concretó y en 1976 se traspasa la Facultad a otros organismos educativos pero en un contexto político-ideológico totalmente distinto. Ocupó el cargo el Capitán López Giovanelli. Durante su gestión se intervino la Facultad y aprobaron nuevos planes de estudios. El 11 de marzo de 1977 se celebró entre la Provincia y la UNCuyo un convenio, ratificado por decreto, que disponía la transferencia de algunos establecimientos provinciales de nivel terciario a esa Casa de Altos Estudios. En el caso de la Facultad de Antropología Escolar, pasaban a depender de la UNCuyo, las carreras de Ortofonía, Ortofonía y Sordos y Deficientes Mentales. El 22 de junio del mismo año se firmaron los Protocolos correspondientes para dar cumplimiento al traspaso. Finalmente, Psicología fue transferida a la Universidad del Aconcagua y los alumnos fueron becados por el Ministerio de Cultura y Educación hasta la conclusión de sus estudios”. Así, una experiencia de formación en psicología directamente destinada a la aplicación en el campo educativo, llegaba abruptamente a su fin. Algo parecido, aunque con matices, sucedería con las carreras de Comunicación y Trabajo Social, cerradas sus Escuelas y posteriormente recuperadas por la Universidad.
Al momento del golpe de Estado de 1976, la Universidad Tecnológica Nacional estaba completamente infiltrada por agentes de inteligencia. En la UNCuyo, el panorama no era distinto, con la Facultad de Medicina como foco principal de la represión. Amenazas, detenciones ilegales, despidos, expulsiones. El 20 de marzo de ese año fue asesinada Susana Bermejillo, dirigente en Filosofía, junto a Mario Susso. Todo empezó a hacerse deliberado, asfixiante para los y las estudiantes militantes. La mayoría de las más de doscientas personas desaparecidas en Mendoza, más las detenidas y exiliadas, lo fueron. Como lo fueron seis de las diecinueve desaparecidas antes del golpe y las ocho desaparecidas en total de la Escuela de Comunicación Colectiva, otras dos de Servicio Social y Daniel Olivencia de Psicología. Como lo fueron los ámbitos de discusión universitaria y de acción política.
historia, universidad, memoria,