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21 DE NOVIEMBRE DE 2024
Desde lo lúdico a lo industrial, el incipiente desarrollo de la robótica en Mendoza está en manos de la academia. La profesora Carolina Soledad Díaz Baca, de la cátedra Robótica I de la Facultad de Ingeniería de la UNCUYO, explicó sus avances.
Carolina Díaz Baca, profesora de la cátedra Robótica I en la Facultad de Ingeniería de la UNCUYO. Foto: Victoria Gaitán.
Verónica Gordillo
Publicado el 03 DE NOVIEMBRE DE 2017
El límite es la imaginación. Esa es la respuesta que repite la profesora de Robótica I de la UNCUYO, Carolina Soledad Díaz Baca, cuando se le pregunta por el futuro de esta ciencia que nació y se desarrolló con el objetivo de crear dispositivos capaces de reemplazar actividades humanas, en especial, aquellas que implican riesgo de vida, que pueden causar problemas de salud o las que se realizan en lugares peligrosos o inaccesibles, pero también acciones repetitivas que permiten producir en serie en diversas industrias.
La docente de la carrera de Mecatrónica de la Facultad de Ingeniería repitió que el límite es la imaginación, simplemente porque los avances, en cada una de las ramas que componen esta ciencia que mezcla informática, computación, electrónica y mecánica, son constantes y significativos. Como ejemplo, dijo que los datos que hasta ayer se demoraban una semana en procesar hoy lo hacen en apenas una tarde.
Díaz Baca también se negó a encasillar a esta disciplina en relación con sus usos, simplemente porque cada día se suman nuevas posibilidades. Dijo que la mejor muestra de esto son los avances en los robots para usos industriales, médicos, domésticos, agrícolas o espaciales, entre otros. Y dio ejemplos de algunos dispositivos: los brazos mecánicos que pintan autos en una fábrica, los que se utilizan para una cirugía laparoscópica, los drones, una aspiradora con algunas funciones específicas, una cosechadora, los humanoides que hacen tareas en la casa; todos esos son robots.
Frente al constante avance de esta disciplina, la doctora en Robótica aseguró que impulsan a los alumnos a concentrar su trabajo en la aplicación que tendrá el robot, ya que en función de eso es que lo proyectan, lo diseñan y lo construyen. Frente a ese desafío, explicó que siempre prevalece la mentalidad del ingeniero: alguien plantea un problema, para el cual se analiza y se propone una solución.
De Da Vinci a la inteligencia artificial
Aunque la robótica se asocia a los avances informáticos, la historia de esta ciencia se remonta a la antigüedad. Uno de los primeros robots que se conocieron fue el que construyó Leonardo Da Vinci, un león que podía caminar y rugir, al que siguieron piezas a cuerda que podían realizar distintas funciones.
Los avances significativos en esta disciplina se concretaron a partir de la década del 90 y, junto con este proceso, también mutaron las definiciones de robot. Al principio, se lo definía como un dispositivo que podía realizar tareas programadas, pero luego se transformó en una pieza capaz de analizar el entorno (a través de sensores) y cambiar su comportamiento para concretar la labor, es decir que se lo dotó de cierto grado de inteligencia que le permite adaptarse al lugar que lo rodea.
La Facultad de Ingeniería de la UNCUYO tiene un laboratorio específico para trabajar en proyectos de Robótica. Foto: Victoria Gaitán.
Hombres y máquinas
Díaz Baca explicó que en las aulas de la Facultad de Ingeniería se discuten las miradas antagónicas sobre la Robótica: ¿los robots colaboran con el ser humano o lo terminarán desplazando en algunas de sus funciones? Aunque la profesora aclaró que su postura es personal, les transmite a los estudiantes que deben buscar las formas de incluir esta disciplina en la vida cotidiana sin desplazar al ser humano.
La docente contó que los alumnos comparten características en común: son personas curiosas, a las que les gusta innovar, investigar, descubrir. Eso los llevó a plantear y concretar diversos proyectos, desde un simulador de vuelo, brazos mecánicos (que emulan los del ser humano) para utilización industrial o medicinal, hasta el desarrollo de una celda prototipo, con fines educativos.
Además, la referente planteó que, aunque esta disciplina crece en el mundo y en Argentina, es muy común que gobiernos y empresas adquieran robots ya probados. Por eso, aseguró que desde la UNCUYO incentivan el estudio de las necesidades locales y la creación de robots específicos para responder a ellas.
¿Cuál es el desarrollo de la robótica en Argentina?
El desarrollo está creciendo mucho y nosotros lo incentivamos desde la cátedra. En el mundo, generalmente la necesidad de robótica a nivel industrial se soluciona comprando un robot probado. Nosotros queremos analizar las necesidades locales y ver cómo adaptamos el conocimiento que se genera en UNCUYO a desarrollos propios, para no depender tanto de las importaciones y de la variabilidad de la moneda. Evidentemente nos queda un largo camino. A nivel país ha crecido, sobre todo en la agricultura. Hay robots para cosechar; también hay una rama muy grande que es la agricultura de precisión, que utiliza drones para reconocer el terreno.
En Mendoza, ¿dónde se utilizan?
Nosotros trabajamos en función de la aplicación; por ejemplo, en cómo la aplicaríamos, sobre todo, a la industria vitivinícola. Hay sectores más grandes (sobre todo en las bodegas) donde está bastante automatizado el proceso de producción. Y después, hay mucha gente que está trabajando con drones, con procesamiento de imagen, con inteligencia artificial, con aplicaciones a la medicina. Aquí hay muchos chicos con ganas de crecer, de aprender. Por ejemplo, unos alumnos están trabajando en la automatización del cosechado del azafrán, en un campo en San Rafael. Eso es lo que incentivamos en la cátedra, adaptar todo a la industria y a los procesos locales.
Los alumnos de la carrera de Mecatrónica trabajan en un proyecto de robótica educativa cuyo objetivo es incentivar las inquietudes de los pequeños respecto de esta rama de la ciencia.
La profesora Carolina Díaz Baca dijo que alrededor de los 11 años surgen inquietudes en los niños y niñas respecto de estos temas, y es en ese momento cuando es necesario incentivarlos y ayudarlos.
Los estudiantes elaboran una celda prototipo, donde –por ejemplo– se trasladan materiales de un lugar a otro, pero para eso deben conocer y luego explicar a los pequeños cuál es la estructura de un robot, qué sensores tiene, cómo se programa y cómo se controla, entre otros aspectos.
El Laboratorio de Robótica de la Facultad de Ingeniería es el lugar donde los alumnos y sus profesores crean mecanismos que en muchos casos lograron repercusión internacional, aplicados en especial a la industria, el medio ambiente, la agricultura y la medicina.
Algunos proyectos que se desarrollaron ahí fueron un brazo de robot y pinza laparoscópica, uno de inspección de cañería y un robot escalador, que permite asistencia en altura y en lugares con presencia eventual de gases explosivos. También un robot paralelo (obtuvo el premio Innovar 2012) y uno híbrido, único en el país, que fue diseñado para actuar en ambientes de trabajo peligrosos para el ser humano.
Aunque el nombre del dramaturgo checo Karel Capek es poco conocido en esta parte del mundo, se lo considera el padre de la palabra "robot". En 1921 estrenó la obra RUR, en la que utilizó este término para designar a un ser artificial creado para realizar tareas repetitivas y pesadas en una fábrica, ya que esta palabra significa trabajo esclavo.
El responsable de la difusión masiva de la palabra "robótica" fue el escritor Isaac Asimov, ya que creó relatos alrededor de la temática, además de reflexionar sobre los miedos de la humanidad y los problemas sociales que implicaría la creación de robots.
El cine fue y es otra de las artes que se ocupó de la temática. Terminator, Cortocircuito o Robocop fueron algunos de los seres que creó la industria y que incentivaron la imaginación.
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