Las mujeres eran más peligrosas que los varones: participaban en política, se exponían públicamente y no cumplían con sus deberes maternales ni maritales. Con esa convicción, la última dictadura impulsó un plan sistemático para imponer y sostener el patriarcado. Ese será el centro del alegato de Viviana Beigel, una de las querellantes por el Movimiento Ecuménico de Derechos Humanos (MEDH), en el VI Juicio por delitos de lesa humanidad que se realiza en Mendoza.

Los integrantes del Tribunal Oral en lo Criminal escucharán los alegatos de la querella, que se iniciarán el viernes 1.° de junio y que abrirán la última etapa del proceso, antes de conocer la sentencia.

En el banquillo de los acusados están 28 personas que fueron integrantes de la Policía de Mendoza, de la delegación local de la Policía Federal, del Ejército y de la Fuerza Aérea Argentina. Ellos deberán responden por 12 causas vinculadas con secuestros, asesinatos y desapariciones de 86 víctimas, entre ellas las del profesor Mauricio López, Susana Bermejillo, Mario Susso, Amadeo Sánchez Andía, Víctor Romano Rivamar, Daniel Moyano, Juan Ramón Fernández, Osvaldo Zuin, María del Carmen y Carlos Marín, entre otros.

Entre los acusados está el ex subsecretario de Seguridad durante la gestión de Celso Jaque, Carlos Rico Tejeiro, y también estaba –hasta su muerte– el represor Luciano Benjamín Menéndez.

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En Mendoza se presentaron once de los 28 acusados; entre ellos, el exfuncionario Carlos Rico. Continuará el 3 de noviembre.

Un alegato con perspectiva de género

Beigel centrará su alegato en las torturas que sufrieron las mujeres secuestradas y trasladadas al Casino de Suboficiales, uno de los centros clandestinos de detención de Mendoza, ubicado en el predio del Ejército, en la zona del Parque General San Martín. En ese centro clandestino, que comenzó a funcionar el 24 de marzo de 1976, fueron alojadas entre 19 y 21 mujeres (no está claro el número), muchas de las cuales sufrieron torturas. Luego, algunas recuperaron la libertad, otras fueron trasladadas a la penitenciaría provincial y posteriormente a la cárcel de Devoto.

Las terribles vivencias que soportó ese grupo de mujeres, entre las que estaban Liliana Buttini, Vilma Rúpolo, Olga Salvucci y Norma Sibila, permitió a Beigel determinar que existió un plan sistemático para sostener el patriarcado. Está claro que el plan se materializó en centros clandestinos de todo el país, a través de prácticas concretas y de reglamentos que marcaban la peligrosidad de las mujeres.

Beigel explicó que una de las prácticas comunes era la creación de juntas interdisciplinarias cuyo objetivo era generar culpa en las mujeres por no haber cuidado de sus hijos, por haber abandonado a sus maridos. Las acusaban de abrazar una causa política en lugar de cumplir con los roles impuestos.

“Esto te marca la ideología. Ellos veían la tortura hacia las mujeres de manera específica, sectorizada, porque no era lo mismo la tortura hacia los hombres que hacia las mujeres. Por eso, a mi entender, hubo una represión con todas las características de la violencia de género. Ellos creían que a las mujeres había que disciplinarlas para que entendieran que el rol que debían cumplir era en la casa y con los hijos, lo que se refleja en las normativas y en los reglamentos carcelarios", explicó la querellante.

En su alegato, Beigel adherirá al pedido del fiscal para que se incluya en la sentencia que los delitos se cometieron en el ámbito de la violencia de género, además de solicitar que este hecho signifique un agravamiento de la pena.