A principios de 2002, un grupo de periodistas de investigación llamado Spotlight, del Boston Globe, reveló los abusos sexuales eclesiásticos y la cadena de encubrimientos a curas pederastas desde el Vaticano. En marzo de 2013, Jorge Bergoglio se convirtió en Francisco I, el primer papa argentino. En noviembre de 2016, en un evento sobre los Derechos del Niño organizado en la Legislatura de Mendoza, un referente del Movimiento Sordos de Mendoza le relató a la senadora de la Unión Cívica Radical (UCR) Daniela García que en la sede del Instituto Próvolo en Mendoza (ubicado en el departamento Luján de Cuyo) –un centro religioso de educación para niños y niñas con hipoacusia– estos sufrían abusos sexuales por parte de sacerdotes de ese instituto.

Así fue como a la provincia le tocó de cerca una crisis que, a nivel mundial, había comenzado a gestarse hacía 14 años. Esta crisis no fue sólo hacia adentro de la Iglesia, sino que también se instaló en una sociedad evangelizada durante la colonización y que ya ha tomado la religión católica como parte de su cultura. Por otro lado, la crisis de la Iglesia Católica ha llegado a la subjetividad de cada uno (o al menos, de gran parte) de los creyentes.

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Luego del conocimiento público del caso Próvolo en Mendoza, comenzó a escucharse una palabra que antes pocos conocían y, aún hoy, gran parte de la sociedad desconoce: la apostasía. A fuerza de campañas, algunas organizaciones y movimientos buscan que la población sepa que tiene esta posibilidad: la de apostatar. La apostasía es “una acción o un acto que puede peticionar cualquier bautizado católico al arzobispado del lugar donde viva para solicitar la baja en el Registro de Bautismo de la Iglesia”, definió Carlos Lombardi, abogado por la Red de Sobrevivientes de Abuso Sexual Eclesiástico en Argentina. Es decir, es el acto de desafiliación de la Iglesia Católica.

El letrado, que impulsará una campaña de información acerca del tema, aseguró que el objetivo no es convencer para que la sociedad sea anticatólica, ni insultar ni molestar a nadie. Se trata, en cambio, de una campaña informativa para que las personas bautizadas que no creen en la doctrina de la Iglesia sepan que pueden dejar de ser parte de ella aunque sigan manteniendo sus valores y principios cristianos.

Existe una falacia, según explicó Lombardi, que sostiene la Iglesia y es que –para la institución– la apostasía significa el abandono de la fe. “Hay mucha gente que está bautizada en la Iglesia, sigue siendo creyente y no pertenece a la Iglesia”, aseguró el referente, cuya afirmación se sostiene también en una encuesta del Conicet que estableció que el 76 % de la población argentina se considera católica pero sólo el 23 % de ellos se relaciona con la espiritualidad a través de la Iglesia.

La campaña informativa que impulsará Lombardi tiene que ver con dar conocimiento sobre el trámite y el acto de apostatar, para que el interesado -al estar informado- no pueda ser coaccionado desde sus creencias respecto a la religión con el fin de que no se separe de la Iglesia. Para el abogado, el hecho de que a los interesados en apostatar se les sugiera que el realizar el trámite signifique renunciar a la fe, a la espiritualidad; es un acto de manipulación por parte de la institución.

Paso a paso

Según el testimonio de una persona que apostató en 2017, para solicitar la desafiliación de la Iglesia se deben realizar los siguientes trámites:

1. Pedir el acta de bautismo en la parroquia donde la persona fue bautizada.

2. Redactar y firmar una carta de solicitud para apostatar. Clic aquí para ver un modelo.

3. Presentar ambos papeles junto al DNI en el arzobispado del lugar en el que se nació (en este caso, el Arzobispado en Mendoza, ubicado en Catamarca 98 de Ciudad).

4. Se le dará un turno para una audiencia con el sacerdote Mario Panetta, quien es secretario canciller del Arzobispado. En esta audiencia, según quien dio el testimonio, sólo se preguntan por los motivos por los que la persona quiere renunciar voluntariamente a la Iglesia Católica.

5. Llegará, dado cierto tiempo, una notificación al domicilio del o de la solicitante en la que se informa que ya no está registrada como parte de la institución.

Un caso particular

La hija de Paola González es una víctima de abusos sexuales eclesiásticos: fue violada por el sacerdote que la bautizó y que la comulgó. Su madre se ha convertido en una de las referentes de los padres de víctimas del Instituto Próvolo y quiere apostatar, ella junto a toda su familia. “No estamos separándonos de las creencias, de la fe. La Iglesia te tiene agarrado con eso, como que si vos te salís de la Iglesia, ya no tenés más el bautismo católico, ya no creés en Dios. No, no tiene nada que ver una cosa con la otra”, aseguró la mujer.

Por otro lado, Paola se refirió a los dichos del Papa en su gira por Chile y Perú, con los que manifestó su “vergüenza” y pidió perdón por los abusos sexuales por parte de miembros de la Iglesia. “Con pedir perdón y arrepentirse no hacemos nada”, dijo Paola.

“Él tiene que mostrar con hechos que realmente está arrepentido y que le duele, y demostrar con hechos es sacar del clero a los curas abusadores, no darles el respaldo, ni poner en tela de juicio los dichos de las víctimas, porque nuevamente es lo que hacen: juzgan que los chicos o las personas abusadas mienten. Porque dicen que hasta que no le lleven pruebas, no lo va a hacer. Más prueba que el testimonio de una víctima, ¿qué más prueba necesita?”, sentenció.

En este sentido, el abogado Carlos Lombardi difundió recientemente, a través de las redes sociales, 55 hechos que demuestran que el papa Francisco ha encubierto a los curas pederastas.