La alfabetización es mucho más que aprender a leer y escribir: es una llave al mundo, al desarrollo personal, al trabajo y al aumento de la propia autoestima. Así lo expresaron a Unidiversidad quienes trabajan día a día al lado de aquellos que, sin importar su edad, asisten a los distintos programas de alfabetización que tiene Mendoza, provincia con el 2,2 % de su población analfabeta, según los últimos datos oficiales. 

En 1965, la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (Unesco) eligió el 8 de septiembre como el Día Internacional de la Alfabetización para concientizar al mundo sobre la importancia de saber leer y escribir.

En Argentina, 641 828 personas se encuentran en condición de analfabetos (el 1,9 %), según el último Censo, mientras que en Mendoza hay 30 530 (el 2,2 %), de un total de 1 843 490 habitantes.

En los distintos departamentos de la provincia hay centros de educación básica para jóvenes y adultos (Cebja) –incluso en las penitenciarías– mediante los cuales las personas pueden terminar la escuela primaria y también alfabetizarse por primera vez. “Asiste mucha gente mayor. Además de enseñarles a leer y escribir, sirve para que aumenten su autoestima. Rompen con el 'No se puede' y muchos se motivan a seguir estudiando. Vienen jóvenes y también personas de hasta 90 años”, comentó Elina Tello, directora de Educación de Las Heras.

Un derecho humano

“Alfabetizar es una cuestión de justicia social porque es un derecho humano. Es la llave al mundo, al desarrollo personal, a la inserción laboral, a la mejora de su realidad y la de su familia", señaló Norma Juan, coordinadora del Plan de Alfabetización de la Municipalidad de Ciudad que actualmente tiene a 111 mendocinos cursando en distintos barrios del oeste de la capital como La Favorita, Soberanía y San Martín. Desde su implementación en los años 90, ya pasaron por los cursos 6482 personas.

Allí, no hay edad límite para aprender; tampoco hay calificaciones ni evaluaciones, es flexible y diverso. Norma Juan contó que las docentes hacen un trabajo de campo por los barrios buscando a quienes necesitan alfabetizarse, los invitan al lugar y les explican que no es una escuela. Aclaró que solo se necesita paciencia porque no todos aprenden de la misma manera ni al mismo tiempo, y que casi no hay deserción, ya que si alguno falta es porque consiguió trabajo.

"Los docentes alfabetizadores son artistas. Tienen que tener carisma", afirmó Norma Juan. Foto: Ariella Pientro

“Hay que ir a buscarlos porque les da vergüenza decir que son analfabetos. Hay más de lo que uno cree. Debemos hacerles comprender que no son los únicos en esa condición y que les va a cambiar la vida. Son personas a las que les vulneran los derechos y no pueden defenderse, no pueden utilizar un cajero automático, leer los carteles de los colectivos o sacar el carnet de conducir. Cuando logran el objetivo, lloran de la emoción de ver que pudieron hacer lo que pensaban que no podrían”, contó la licenciada en Ciencias Políticas y docente de alfabetización.

Sobre el rol del docente, Juan destacó: “Un alfabetizador tiene que tener carisma. El docente es un mago, enseña pero también hace de psicólogo: los contienen, los acompañan al hospital, les leen las recetas médicas. Muchas veces sacan de su plata para comprar comida o para el pasaje de colectivo. Es más que un trabajo”.

Los alumnos y la docente de uno de los centros de alfabetización del barrio San Martín. Foto: Ariella Pientro

¿Qué hace Mendoza por sus analfabetos?

Sociedad Unidiversidad por Noelia Naranjo para Unidiversidad / Publicado el 17 DE ABRIL 2019 En la era de la información, en esta sociedad del conocimiento; en donde la disputa se da en términos de quién posee el conocimiento estratégico y en el desarrollo de tecnología de punta; aún existen en América Latina y el Caribe 32 millones de personas analfabetas.