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Un informe realizado por el Cedlas da cuenta de que, gracias a tener más ingresos, las mujeres lograron cambios al interior de los hogares.
Foto publicada en La Unión Digital
La jubilación de amas de casa no solo reivindicó el trabajo de miles de mujeres que hasta ese momento había sido invisibilizado, sino que también cambió las relaciones de poder dentro del hogar. A mayor aporte económico de las mujeres, mayor fue su capacidad de negociación e, incluso, muchas pudieron divorciarse.
Esos datos fueron relevados y sistematizados en un informe del Centro de Estudios Distributivos, Laborales y Sociales (Cedlas) de la Facultad de Ciencias Económicas de la Universidad Nacional de La Plata, en el que dieron cuenta de cómo la moratoria previsional, conocida como la jubilación de amas de casa, al afectar a las mujeres más que a los hombres, alteró de manera permanente la distribución de los ingresos dentro de los hogares.
El estudio realizado por Inés Berniell, Dolores de la Mata y Matilde Machado, titulado “La dependencia en la vejez y las pensiones no contributivas”, muestra en sus resultados que a partir de 2007, la probabilidad de que una mujer nacida antes de 1945 recibiera una jubilación aumentó el 313 %, lo que implicó una reducción del 69 % en la probabilidad de no tener ingresos personales. “El mayor impacto se observa en el subgrupo de mujeres casadas, para quienes su participación promedio en el ingreso total del hogar y de la pareja aumentó el 15 %, partiendo de niveles muy bajos, próximos al 20 %”, escriben.
Ese aumento de la renta permanente incrementó la posibilidad de divorcio en el 2,6 %, un efecto considerable, dado que solamente el 14 % de estas mujeres estaban separadas o divorciadas antes de la reforma. “El sorprendente aumento en la probabilidad de separación/divorcio de las mujeres beneficiadas por la reforma revela el alto nivel de dependencia que sufren muchas mujeres mayores por carecer de una fuente propia de ingresos”, afirman los investigadores.
Noelia Montero, profesora de la carrera de Trabajo Social de la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales de la UNCUYO y especialista en género, violencias y políticas públicas, advierte que la violencia en la última etapa de la vida es también lo más invisibilizado porque se presume que ya no va a pasar nada, que ya no hay riesgo de violencia física, con distintas variantes de la pregunta: "¿Para qué te vas a querer separar después de tantos años?".
“Lo mismo sucede con los planes sociales y son las propias mujeres las que lo expresan. Al interior del hogar, ellas plantean esto de la capacidad de negociación en la cuestión cotidiana, en la repartición de tareas, del uso del tiempo y la posibilidad de tener un elemento concreto ante una situación de violencia que les permita romper el vínculo”, explica Montero.
En el informe también dan cuenta de cómo, de acuerdo a los diferentes niveles educativos de las mujeres, cambiaron las relaciones con sus parejas. Mientras que las que tienen mayores estudios incrementaron la posibilidad de separarse, las de bajo nivel de escolaridad pudieron optar por mantenerse en pareja y ganar poder de negociación dentro del hogar, que se reflejó en una reducción significativa –7 puntos porcentuales– en la probabilidad de ser la única persona del hogar en ocuparse de las tareas domésticas.
“La violencia patriarcal va de la mano de la dominación económica y sexual, la violencia económica es estructural. Hay una relación muy fuerte entre lo económico y la violencia. Lo que se vive al interior de la casa no es más ni menos que un continuo de este lugar social que ocupamos las mujeres”, analiza Montero.
Silvina Anfuso, directora de Género y Diversidad de la provincia, explica que, gracias a medidas como la jubilación de amas de casa, se logró el necesario reconocimiento al trabajo doméstico que históricamente estuvo invisibilizado. “Se modificaron las relaciones de poder en favor de las mujeres en relación con lo desfavorecidas que estaban, se favoreció en ciertos grados la autonomía de la mujer y se acercó a disminuir las brechas de desigualdad por razón de género”, afirma.
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