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20 DE DICIEMBRE DE 2024
Hacer que deje de ser un tabú hará que podamos vivir una vida más consciente y plena. Cómo vivir los duelos de una manera más natural. Hablamos con una especialista en "psicología del duelo".
Hay que hablar de la muerte, nombrarla por lo que es, sin eufemismos. Entender que es tan parte de la vida como nacer. Hablar de la muerte es saludable y es una forma de ayudar a llevar una vida más consciente y en la que los duelos por las pérdidas sean también transiciones más naturales.
Noelia Grunblatt es psicóloga, directora del Centro Blatt de atención integral en enfermedades crónicas y duelos y está al frente de la diplomatura en Psicología del Duelo de la Universidad Aconcagua. Lleva, además, 20 años trabajando con este tema.
¿Podemos decir que hablar de la muerte es saludable?, le preguntó Unidiversidad a la especialista. “Es sanador. Nos aporta recursos, nos posiciona en otro lugar ante la vida”, afirma. Esta es una de las claves para que se pueda vivir una vida más plena, sabiendo plenamente que no somos seres eternos.
“Hay que darle un poco más la bienvenida a la muerte en nuestras vidas, que deje de ser tabú, darle la bienvenida para que nos ayude a vivir la vida con mayor intensidad, con mayor disfrute, el entender que nos vamos a morir, que todos lo sabemos pero no lo tocamos, no lo hacemos real, no lo tenemos consciente hasta que perdemos a alguien muy cercano”, explica la psicóloga.
Agrega que vivimos desde un lugar muy omnipotente, “como si nunca nos fuéramos a morir, sabiendo desde el minuto cero que sí nos vamos a morir”.
“El poder hablar de esto es lo que me va a ayudar a vivir mejor cada instante, a disfrutar de mis seres queridos, a disfrutar de lo natural, de lo cotidiano”, comenta.
También hay que hablar con los niños de la muerte. “Se les oculta o se les habla con eufemismos, no hay que dejar de nombrar a la muerte. Si está la estrellita o el angelito es porque se murió el abuelito, no solamente la estrellita. Dejamos que ellos interpreten lo que puedan con su cabecita, porque a los adultos también nos cuesta y eso es un arma de doble filo”, afirma la psicóloga.
El duelo, un proceso natural
La muerte no es lo único que provoca duelos en la vida: puede haberlos por cualquier tipo de pérdida, desde un trabajo hasta un familiar o una mudanza. “Es un proceso de adaptación emocional ante cualquier pérdida. Podés hacer duelos hasta por la pérdida de un objeto, lo que cambia es cómo se va a desarrollar ese duelo o qué tipo de duelo voy a tener, si voy a ser más o menos consciente de ese proceso”, explica la psicóloga.
“Es una experiencia compleja porque reúne un montón de procesos desde lo psíquico, lo físico, lo emocional, altera las relaciones, lo espiritual. Hay un autor que dice que es un dolor total porque afecta a lo biológico, te duele el cuerpo, hasta el alma, la personalidad, lo social, porque duele el dolor de los demás. Realmente afecta a todo, al pasado, al presente y al futuro”, comenta Noelia.
Aunque el duelo es una situación totalmente personal y lo que lo hace más o menos complejo es cómo lo vive cada persona, hay ciertas situaciones que hacen que existan procesos más difíciles de sobrellevar. Un punto de inflexión es, según explica la psicóloga, todo lo que rompe con el ciclo vital, cualquier pérdida que saltee el orden natural; por ejemplo, la muerte de personas jóvenes o de un hijo.
En cada proceso hay una serie de emociones que van preponderando según el momento y son las más frecuentes. La psicóloga las enumera: “Primero tenemos la negación; yo le digo anestesia protectora que nos cuida en un principio del dolor tan fuerte que no podemos soportar; después tenemos tristeza, llanto recurrente, ira, enojo que puede ir para cualquier lado, es como una bomba que tiene onda expansiva”.
“El duelo es un proceso totalmente natural, no es patológico y no es una enfermedad”, aclara la terapeuta. No siempre necesita de ayuda psicológica para llevarlo adelante; sin embargo, hay cierto tipo de pérdidas que quizás hagan que se necesite ayuda profesional desde el principio, por ejemplo, la pérdida de un hijo.
“Todos tenemos recursos para afrontar un duelo, pero ante ciertas características, hay más probabilidad de necesitar apoyo tras la pérdida; por ejemplo, una persona anciana, un adolescente que pierde a los padres o alguien que tiene depresión, o antecedentes de intento de suicidio, alguien que tiene abuso de sustancias, alguien que ha pasado por muchos duelos y no lo ha podido resolver bien”, concluye.
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