El reciente tarifazo de gas en todo el país ha generado un estado de alerta e indignación en la población. Para empezar a entender parte de las razones que esgrime el gobierno nacional para decidir aumentos que han superado el 1000 % (ya frenados por la Justicia), Unidiversidad elaboró un gráfico interactivo que muestra cómo se hizo insostenible mantener las anteriores tarifas subsidiadas en un contexto de caída en picada de la producción gasífera nacional.

Según datos del Instituto Argentino del Petróleo y del Gas (IAPG), desde que comenzó la producción de gas en el país en 1912 fue siempre en constante aumento. En 2004 se registró el pico de producción, que llegó a 52 385 000 m3. Desde ese momento empezó la caída hasta el año pasado, cuando revirtió la tendencia a la baja que traía en la última década: entre 2004 y 2014, la producción de gas cayó 20 %.

Otro dato que puede explicar por qué la ecuación energética en el país ya no cierra –y que hasta obligó al gobierno a empezar a importar gas de Chile– es la diferencia entre importaciones y exportaciones de gas. En 2005, como muestra el IAPG, las exportaciones de gas cuadriplicaban a las importaciones, lo que se revirtió 10 años después; en 2015, las importaciones fueron casi 10 veces más que las exportaciones (que cayeron a un nivel casi ínfimo).

Mientras cayó la producción, aumentó la demanda de gas: el sector que registró mayor nivel de consumo en esta última década fue el de subdistribuidores, con un aumento del 99 %. Con respecto al uso de gas domiciliario e industrial, los valores se mantuvieron siempre con tendencia creciente: el primero subió 40 % y el segundo, algo menos: 10 %.

Por último, las reservas de gas del país tuvieron un comportamiento variable, aunque en este aspecto se repiten las cifras a la baja. La cuenca neuquina, la que cuenta con mayor nivel de reservas gasíferas, cayó en picada hasta 2012, cuando empezó a recuperarse. Del resto, la del Noroeste perdió el 70 % de sus reservas, igual que la Austral, que tuvo una pérdida menor. Paradójicamente, las dos cuencas más chicas, la del Golfo San Jorge y la Cuyana, son las que mejoraron, aunque en el segundo caso con fluctuaciones notorias.

Todos los datos, a continuación en el especial interactivo.