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17 DE ENERO DE 2025
Cómo lo buscan.
Con espátulas, cucharines, pinzas y pinceles, el equipo de arqueólogos descubre sedimentos de sociedades pastoriles y cazadoras de hace 6000 años. Foto: Axel Lloret.
El equipo de investigación que dirigen los arqueólogos Víctor Durán y Alejandra Gasco realiza un arduo trabajo de campo durante los veranos para luego analizar los restos encontrados en la montaña en un Laboratorio de Paleoecología Humana. Al igual que las sociedades cazadoras y pastoras a las que estudian e investigan, visitan la Cordillera en época estival y sondean diversos “sitios arqueológicos” de donde extraen fragmentos que pueden ser de restos óseos animales, vegetales, productos de talla, puntas de proyectiles, raspadores, cerámicas o herramientas de roca.
La tarea investigativa se realiza en diversas fases. Primero, el equipo elige un lugar para cavar en donde los especialistas den cuenta de algún signo que les indique que podrían llegar a descubrir algo. En el caso de Villa Las Cuevas, hay una roca en particular con mucho tizne, lo que les dio la pauta de que ese rincón ha sido utilizado para hacer fogones y protegerse de vientos y lluvias.
Una vez elegido el lugar, se va retirando sedimento cada cinco centímetros con pincel, cucharines y espátulas. Ese paquete de tierra se tamiza y con pinzas se va separando lo que pueden ser fragmentos líticos, cerámicos, volcánicos y óseos, entre otros. A mayor profundidad de la excavación, mayor antigüedad de los elementos que encuentran.
Todo eso se registra en un cuaderno, junto a las diferencias que observan en el sedimento por coloración y compactación. Este material recuperado se lleva, una vez hecha la “temporada” de verano, al laboratorio, donde se analizan los elementos separados y, finalmente, se arma la historia de la ocupación del lugar excavado.
Los laboratorios en donde se estudian los hallazgos son los de las facultades de Filosofía y Letras (FFyL) y de Ciencias Exactas y Naturales (FCEN) de la UNCUYO. En tanto, para el caso de los restos humanos –como los del “Niño de Las Cuevas”– van a parar al Museo Cornelio Moyano.
La labor que realiza este equipo es sumamente meticulosa y lleva mucho tiempo. Tanto es así que Víctor Durán, el jefe de la expedición, consideró que este estudio, que comenzó hace tres años, seguramente seguirá en funcionamiento dentro de siete u ocho.
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