Para los sobrevivientes del Instituto Próvolo, el juicio que se realiza contra dos sacerdotes y un jardinero por abuso sexual es una forma de procesar el trauma, una posibilidad de reivindicación y de reestablecer el lazo con la comunidad. Esa fue la visión que aportó el coordinador del Equipo de Abordaje de Abuso Sexual (Edeaas), Francisco Izura, que acompaña a los denunciantes antes y después de brindar testimonio y evalúa si están en condiciones de ampliar su declaración durante el proceso.

Izura explicó cuál es el trabajo que realizan con las presuntas víctimas de abuso sexual, pero sin brindar detalles, teniendo en cuenta que el juicio está en pleno desarrollo.

El psicólogo reconoció que el del Próvolo es un caso inédito entre todos los que analizan, tanto por su magnitud como por la cantidad de personas que acompañan y evalúan para saber si están en condiciones de testificar.

Declaró la víctima con la que se inició la investigación del Próvolo

El Tribunal escuchó el testimonio de una joven de 27 años que fue el puntapié inicial de la investigación por presuntos abusos en el Instituto Próvolo.

Un equipo especializado

El equipo se formó en septiembre de 2017, está integrado por 11 psicólogos y un psiquiatra y depende directamente de la Procuración del Poder Judicial. Es el que interviene en todos los casos de abuso sexual, que son derivados desde las fiscalías.

Durante el primer año de funcionamiento, el equipo atendió 8 casos por día. En 2018, esa cifra ascendió a 13 y actualmente interviene entre 16 y 17 casos por jornada. Además, este grupo de profesionales aborda por mes unos 400 casos; 370 de esas presuntas víctimas son menores de edad.

Izura explicó que, en la mayoría de los casos, los abusadores son varones y que estadísticamente eligen como víctimas a nenas en el 70 % de los casos y a varones en el  30 % restante.  

"La única justicia que tendrán los sobrevivientes italianos será la condena de Corradi"

El titular de la Red Italiana de Sobrevivientes de Abuso Eclesiástico, Francesco Zanardi, dijo que el juicio que se desarrolla en Mendoza contra dos sacerdotes acusados de abuso sexual tiene un sentido profundo y simbólico para las víctimas italianas.

Abordaje y acompañamiento

Desde el inicio de su labor, el equipo sentó un precedente, porque estableció las pautas de trabajo con base en los criterios establecidos por Unicef para abordar a presuntas víctimas de abuso sexual. Esto es esencial, porque el objetivo central es evitar la revictimización.

Izura explicó que el trabajo que realizan se divide en tres instancias. La primera es una entrevista preliminar en la que evalúa si la persona está en condiciones de contar lo que pasó; la segunda es el acompañamiento durante el testimonio en cámara Gesell  y el direccionamiento de la entrevista con el objetivo de que pueda contar lo que sucedió; la tercera es la realización de una pericia ampliada, que incluye información personal y de sus relaciones familiares.

En cuanto al proceso específico del Próvolo, los profesionales del organismo realizaron pericias a seis de los exalumnos. Además, los acompañaron durante los testimonios en cámara Gesell y actualmente realizan la evaluación para saber si algunos de los chicos y chicas están en condiciones de declarar cuando así lo requiera el proceso. Izura explicó que en este caso se presentó un desafío extra, ya que en todos los testimonios fue necesaria la participación de una intérprete en lengua de señas.

El profesional subrayó que si bien para un niño, niña o joven declarar siempre implica algún grado de revictimización, lo que se intenta es minimizar esa posibilidad. Además, señaló que en algunos casos esto también significa poder contar lo que sucedió después de mucho tiempo de silencio.

Izura explicó que, en casos como este, el juicio en marcha es una forma de procesar el trauma. Dijo que con el avance del proceso, se abre para los exalumnos la posibilidad de reivindicación y una forma de restablecer el lazo con la comunidad.