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21 DE NOVIEMBRE DE 2024
Así lo aseguró Gonzalo Álvarez Parma, a cargo del área COVID-19 del Servicio de Emergencias Coordinado. Pidió a la ciudadanía que los ayude cuidándose. El dolor por la muerte de un compañero.
El médico explicó que la organización del servicio cambió a medida que aumentaron los casos de COVID-19. Foto: Twitter
Verónica Gordillo
Publicado el 03 DE NOVIEMBRE DE 2020
Gonzalo Álvarez Parma (44), a cargo de la patología COVID-19 dentro del Servicio de Emergencias Coordinado (SEC), asegura que soportan una sobrecarga de trabajo que implica cansancio físico y emocional, pero al mismo tiempo destaca que es gratificante ver el compromiso del personal de la salud. Por eso, pide a la comunidad que tenga paciencia y que respete ese esfuerzo, cumpliendo con las medidas de prevención para evitar el aumento de los contagios.
Así como el profesional expresa que lo más gratificante es comprobar el esfuerzo del personal de salud, cuenta que lo más difícil es enfrentar el contagio de alguien con quien comparte las tareas diarias. La expresión más triste de esa realidad fue la muerte del primer profesional del SEC a causa de la COVID-19, el enfermero Adolfo González.
“Esto es un impacto muy grande para el servicio, para los que diariamente nos subidos a la ambulancia, y creo que termina personificando el miedo y la posibilidad real que cada uno tiene de contraer esto y terminar mal. Hoy lo despedimos con mucha emoción, afecto, con muchos recuerdos. Realmente se hace difícil", expresa el médico a Unidiversidad.
"Nuestra peor pesadilla es que comience a morir gente por no tener atención"
La kinesióloga Lorena Páez (45) enumera sus miedos, los mismos que comparte con colegas de las unidades de terapia intensiva donde trabaja desde hace 15 años, hoy desbordadas a causa de la pandemia de COVID-19. Miedo de contagiarse, de contagiar a su familia, de que les pase algo a sus padres que viven en San Rafael y no poder ayudarlos.
Pedido a la comunidad
La muerte del enfermero es también la comprobación palpable y real del compromiso del personal de salud, que literalmente arriesga su vida para atender a la población. “Dentro de esta situación difícil, creo que la parte satisfactoria es ver el grado de compromiso que está poniendo el recurso humano del Coordinado y de todo el sistema sanitario, de enfermeros, médicos kinesiólogos y demás profesionales. Formar parte de esa línea de batalla es gratificante, por lo menos en lo personal”, cuenta el intensivista.
Desde esa trinchera de batalla, como la describe, el médico hace un pedido a la comunidad: que las personas se cuiden y cuiden a las demás, que respeten las medidas de prevención como el lavado de manos y el uso del tapabocas, porque la pandemia no terminó y la cantidad de contagios diario sigue alta.
Álvarez Parma dice que cuidarse es también una forma de respetar el esfuerzo de los y las profesionales. “No solo hay que tener paciencia, sino también respeto por aquellos que nunca dejaron de trabajar para mantener el sistema sanitario en funcionamiento. Creo que la sociedad no conoce el esfuerzo que están haciendo los que están trabajando para asistir a los que se van enfermando, realmente dudo de que en algún momento se pueda conocer el grado de compromiso que cada uno está poniendo en esta pandemia”.
"Nos dicen héroes, pero no somos valorados ni cuidados"
"Duele un montón" dice la enfermera Norma Jurado (47). Y no se refiere a un dolor corporal, sino a la comprobación de que el discurso oficial que eleva al personal de la salud a la categoría de héroes y valientes no tiene ningún correlato puertas adentro del servicio donde atienden a niñas, niños y adolescentes que contrajeron COVID-19.
Nueva rutina
La pandemia de COVID-19 no solo modificó la forma de trabajo, sino también la vida cotidiana del profesional. Cuenta que con su pareja comparten la profesión, la misma pasión por la emergencia y los ámbitos en los que se desempeñan. Teniendo en cuenta esta situación, decidieron tomar distancia del resto de sus familiares directos para no exponerlos a un eventual contagio, y asegura que esta es la parte más difícil, especialmente los períodos en los que no pude ver a su hija de 19 años.
El médico cuenta cómo escapa, aunque sea por unas horas, a la tensión. En su caso, la actividad física es lo que le ayuda a despejar la cabeza, a pensar –aunque sea por un rato– en algo que no sea la pandemia. Para él, este descanso es esencial, para enfrentar al día siguiente las jornadas interminables de trabajo.
Intensivista, la especialidad que visibilizó la pandemia
Federico Galiotti (31) es intensivista, una palabra que hasta hace unos meses gran parte de la población no sabía que existía y mucho menos qué significaba. Ahora, esa especialidad es esencial.
Sobrecarga de trabajo
Álvarez Parma comenta que la organización del servicio de Emergencias fue cambiando a medida que avanzó la pandemia en Mendoza. Primero se acondicionaron algunas unidades y separaron la atención de los casos sospechosos de los confirmados, así como los que descartaban luego de realizar un interrogatorio. Cuando comenzó la circulación comunitaria, fue imposible continuar con el interrogatorio exhaustivo, por lo que se unificó el sistema de atención y trabajan como si cada paciente fuese COVID-19 positivo, por lo menos hasta que se demuestre lo contrario.
La modificación de la forma de abordar los casos implicó equipar a las 22 unidades con las que cuenta el SEC en toda la Provincia y capacitar al personal, tanto en la utilización del equipo de protección como en la atención de pacientes.
El médico cuenta que pasaron por distintas etapas en cuanto a la cantidad e intensidad de su labor. En los primeros meses de cuarentena, el nivel de atención de otras patologías disminuyó en forma significativa y había pocos casos sospechosos de COVID-19. Con la liberación progresiva de las actividades, aumentó el nivel de atención, tanto de patología COVID-19 como de traumas, especialmente relacionados a la accidentología vial.
Vivir en pandemia: "La gente no sabe a lo que se enfrenta"
"La gente no sabe a lo que se enfrenta", dice Andrea Mana (45), jefa de Farmacia del Hospital Santa Isabel de Hungría. Y se apura a fundamentar: explica que el sentimiento que primó entre el personal de salud al inicio de la pandemia no fue el miedo, sino la incertidumbre, al comprobar que no existía ningún paralelismo entre los virus y gérmenes letales que conocían y COVID-19.
El médico explica que en este momento enfrentan una sobrecarga de trabajo por múltiples factores. Entre ellos, que el servicio debe dar respuestas a las personas que tienen obras sociales que no las asisten, a lo que se suma la disminución del recurso humano capacitado, unos porque se contagiaron y otros porque deben estar aislados por un tiempo, siguiendo los protocolos establecidos.
Otro de los aspectos que destaca el profesional es que no hay un mecanismo de atención distintivo para profesionales de la salud que se contagian sino que enfrentan las mismas esperas y dificultades que el resto de los ciudadanos. Esto retarda el regreso a sus labores y, a la vez, recarga al resto del personal.
Álvarez Parma explica que, con el correr de los meses, también cambió la situación hospitalaria. Explicó que hace unas semanas el sistema estaba colapsado en las áreas críticas, una situación que comprobaban a diario cuando no encontraban cama disponible para la persona que trasladaban. Comenta que con el aumento de camas, la atención es más adecuada y se les dificulta menos ingresar al enfermo a algunos de los hospitales.
El profesional explica que, si bien el sistema sanitario local hoy no está colapsado, trabaja “al borde”, ya que los servicios de las áreas críticas se encuentran completos y algunos pacientes quedan en la guardia con asistencia respiratoria hasta que puedan ingresar a la terapia intensiva. Dice que la ampliación del sistema tanto en el nivel prehospitalario como en el hospitalario no fue acompañada por más recurso humano capacitado.
Más allá de la sobrecarga de trabajo, del esfuerzo físico y emocional al que el personal está sometido, el especialista en terapia intensiva rescata como lo más gratificante de esta crisis el compromiso de los profesionales de salud. Por eso, repite su pedido a la comunidad: que respeten ese esfuerzo cumpliendo con las medidas de prevención.
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