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04 DE NOVIEMBRE DE 2024
Integrantes de La Malona contaron cómo es esa tarea, en qué circunstancias llegan quienes resuelven abortar y las barreras que existen. "Es una decisión muy responsable. Se ponen en la balanza muchas cosas", indicaron desde la colectiva. Informe que derriba mitos y estereotipos.
Foto: Twitter.
Dos investigadoras realizaron un informe que derriba mitos y estereotipos instalados en torno al aborto en Argentina a partir de los resultados de distintos estudios como los de Socorristas en Red y la Red de Acceso al Aborto Seguro (Redaas). La mayoría de las mujeres y personas con capacidad de gestar que acudieron a estas organizaciones tenían entre 20 y 29 años, el 58 % profesaba una religión y más del 70 % había sufrido algún tipo de violencia de género. Desde La Malona, colectiva feminista, contaron a Unidiversidad cómo es la tarea de acompañar en Mendoza a quienes buscan interrumpir embarazos no deseados, las razones y condiciones en las que lo hacen, y las barreras que existen.
En el informe “¿Por qué abortan las mujeres? Contexto y biografía en las experiencias de aborto”, realizado por Silvina Ramos, socióloga e integrante de Redaas, y Sandra Fernández Vázquez, politóloga e investigadora del Conicet, no es posible establecer perfiles en lo que refiere a la situación socioeconómica, la edad, la religión, la etapa vital o las experiencias de maternidad previas. Sin embargo, se desprende que la decisión de abortar se toma por circunstancias de vida muy diversas, como crisis de pareja, incertidumbre laboral, expectativa por un proyecto educativo, condiciones adversas para la llegada de un hijo/a. También sucede con la intención de reparar la dignidad, interrumpiendo un embarazo fruto de un abuso o violación. En cualquier caso, esta práctica está signada por la necesidad imperativa de resolver algo.
Desde La Malona, colectiva feminista que en Mendoza acompaña a quienes toman esta decisión, coincidieron en que no hay un tipo de persona que aborta, son adolescentes, jóvenes, adultas, con o sin hijos, con o sin parejas. “En la mayoría de los casos tienen entre 20 y 35 años, pero también hay de 40. La mayoría son mujeres que ya tienen hijos o hijas y que no están en condiciones de afrontar otro embarazo. Se ponen en la balanza muchas cosas, no solo lo económico sino todo lo que implica tener un hijo/a”, comentó a Unidiversidad Claudia Anzorena, socióloga e integrante de la colectiva.
En este sentido, contrariamente a quienes sostienen que el aborto podría convertirse en un método recurrente, los relevamientos de Socorristas en Red muestran que menos del 20 % habían abortado con anterioridad. A su vez, casi el 60 % había sido madre previamente, indicó el estudio.
Un deseo sin placer
Acompañar colectivamente y de manera feminista es la tarea de La Malona desde hace casi 10 años en la provincia. Haciendo una escucha abierta, desprejuiciada y empática, esta colectiva brinda herramientas y tiende redes para quienes llegan a ellas con un embarazo no deseado. “Buscamos propiciar encuentros con otras mujeres en la misma situación, porque la clandestinidad empuja a las personas a sentirse solas pero no lo están. No queremos asumir esto como “feministas heroínas”, sino conectarnos entre nosotras en un contexto complicado como es Mendoza”, afirmó a Unidiversidad una de sus integrantes, Paulina Serú, quien contó que la cuarentena por la pandemia de COVID-19 afectó esta tarea por la imposibilidad de reunirse y la reducción del personal de salud y turnos médicos.
Según el informe de las investigadoras, casi el 60 % de las personas que fueron acompañadas por Socorristas en Red y la Red de Acceso al Aborto Seguro en años anteriores tenían entre 20 y 29 años. A su vez, el 58 % profesaba una religión y más del 70 % había sufrido algún tipo de violencia de género.
“Una mujer que tiene que decidir abortar no lo hace en una situación feliz, es un deseo que tienen desde el minuto cero, apenas se dan cuenta que están embarazadas, que suele ser muy pronto. Pero ese deseo no está asociado al placer. Los contextos y las circunstancias de cada persona son variadísimas, pero todas coinciden en la sensación de urgencia, sienten que lo que les sucede es urgente. Piensan “esto no me puede estar pasando”, contó Serú.
En el país, pese al régimen de despenalización por causales, se mantienen importantes barreras en el acceso al aborto. Los recursos materiales y simbólicos con los que cuentan las mujeres determinan sus experiencias y las condiciones en las que la práctica se realiza, explicó el estudio. Es decir que existen distintos factores que moldean significativamente la experiencia de abortar: vivir en una zona rural o urbana, acceder al sistema de salud o a una organización que ofrece información y acompañamiento, disponer de recursos económicos para adquirir la medicación o acceder a otro tipo de intervención, contar con el apoyo del entorno.
La ausencia de estos recursos contribuye a reforzar la vulnerabilidad en la que las mujeres interrumpen su embarazo. No contar con una red de apoyo y contención puede incidir en la aparición de sentimientos negativos como angustia, culpa, miedo, durante el proceso y con posterioridad al evento, detallaron las investigadoras en base a los estudios.
“Las mujeres que abortan lo hacen porque quieren y pueden, porque llegan a las redes de contención, ya sea acompañadas por un familiar, una amiga o la pareja. Es una decisión muy responsable, no es una decisión liviana. Se ponen en la balanza muchas cosas, incluidos los costos de la decisión, como sentir culpa, porque a las mujeres se las responsabiliza como si solas se hubieran quedado embarazadas”, comentaron desde La Malona.
Sobre el porcentaje de personas que profesaban una religión (58 %) detallado en el informe, se explicó que la transgresión de una norma legal, social o religiosa no disuade a las mujeres de abortar, aunque incide en el modo en cómo se transita la práctica. Diversas investigaciones que indagaron en los aspectos emocionales identifican que profesar una religión que criminaliza el aborto puede suponer que las mujeres experimenten en mayor medida sentimientos de culpa y angustia.
Al respecto, Anzorena afirmó: “Hay una diferencia entre tener creencias religiosas y ser practicante y estar de acuerdo con todos los dogmas. En relación al aborto, la mayoría tiene algún tipo de fe pero hay distinciones en cómo se transita esto en la vida cotidiana. Esto implica sentarse ante un dilema y decidir, ahí se juega lo religioso pero es más amplio que eso: el proyecto de vida, las condiciones económicas, la relación de pareja, entre otras”.
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Barreras y clandestinidad
Desde La Malona opinaron que aunque con el tiempo la situación se va corriendo de la clandestinidad, hay muchísimas barreras para acceder a un aborto seguro. La principal dificultad en Mendoza es conseguir misoprostol. Este medicamento, utilizado para interrumpir el embarazo y tan revolucionario como lo fue en su momento la píldora anticonceptiva, no se vende en farmacias bajo receta, algo que sí sucede en otras provincias. Esto genera que exista un mercado “negro” que estafa a las mujeres, explicaron desde la colectiva.
Si bien la Administración Nacional de Medicamentos, Alimentos y Tecnología (Anmat) permite la venta de misoprostol en farmacias, en Mendoza existe la ley N.º 8116 que lo prohíbe. “Que no te permitan comprarlo es discriminación porque en otras partes del país sí se puede conseguir. Las personas sufren mucho en ese camino. Solo se accede al misoprostol a través de los sistemas de salud”, explicó Serú, integrante de La Malona.
El registro de Redaas indicó que el 75 % de las personas que consultaron llevaban 12 semanas de embarazo o menos y 8 de cada 10 solicitaron la interrupción por causal salud. “El tiempo que pasa desde que la mujer decide abortar hasta que la práctica se concreta depende de las barreras de la clandestinidad, pueden pasar hasta 13 o 14 semanas”, explicó Serú, quien también remarcó que tener una familia a la que no le puedan contar la situación o una pareja violenta retrasa la decisión, sumado a que muchas son estafadas por organizaciones en contra del derecho al acceso al aborto.
Problemática urgente
Acerca del proyecto de legalización del aborto seguro y gratuito, la socióloga comentó: "Es un problema esencial que requiere atención urgente, la legalización no es un tema postergable y en cuarentena se hace más urgente. Es una situación crítica para muchas mujeres. El discurso en contra de este derecho es un discurso de odio y de desprecio muy grande hacia las mujeres. Cada uno puede tener sus valores, pero estos no se pueden imponer a todas las personas, y lo grave es cuando provienen de profesionales de la salud y funcionarios del Estado".
Sobre la falta de datos oficiales en Mendoza de casos de abortos legales que se realizan, Serú afirmó: "Es un problema, porque nos hace trabajar a ciegas. Ocultar no hace que el problema desaparezca. Que el Estado no se haga cargo es una decisión política para invisibilizar la magnitud de la problemática y para no enfrentar a sectores que son minoritarios, pero que tienen mucho poder, como la Iglesia. Es un Estado hipócrita que no se anima a dar la batalla".
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